El marco fiscal estatal sitúa a España como el país con el sexto tipo impositivo más elevado de la OCDE, justo por detrás de EEUU. Un reciente estudio de la Tax Foundation (http://goo.gl/Ti1f4A) define el tributo sobre sucesiones como una mala política económica por actuar sobre el stock de capital. En los últimos 15 años, su recaudación en EEUU cayó de 38.000 a 20.000 millones de dólares. Su derogación, en cambio, aumentaría la inversión en este país, crearía 150.000 puestos de trabajo y el PIB tendría un crecimiento adicional anual del 0,08%. A largo plazo, los ingresos fiscales de EEUU se incrementarían en 8.000 millones por una mayor recaudación a través de los impuestos de la renta y sociedades.
> Al tener una base impositiva estrecha, un alto coste de cumplimiento de las obligaciones fiscales y una escasa recaudación, muchos países han considerado que este tributo no cumple los requisitos mínimos para ser eficiente. Actualmente, 15 países de la OCDE, entre ellos, Suecia, Noruega, Austria, Canadá o Australia no utilizan ya esta figura. En Suecia, el Partido Social Demócrata derogó el impuesto en 2005 al considerar que no supone una fuente de recaudación significativa. Además, este cambio de política fiscal pudo haber influido en la decisión del fundador de Ikea de volver a su país natal después de haber vivido en el extranjero más de 40 años por razones puramente fiscales.
> En España, la gestión de este impuesto ha sido transferida a las autonomías, y de ahí la disparidad de normas, e incluso la declaración de la UE (http://goo.gl/ocfnfg) de que este tributo «vulnera la ley comunitaria de libre circulación de personas y capitales». Es más, mientras la tendencia mundial es la de eliminar el impuesto sobre sucesiones y donaciones, sorprende que en España haya propuestas para reintroducirlo.