El pasado miércoles fue el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha con la que la ONU pretende concienciar sobre el riesgo del cambio climático. Es cierto que el aumento de emisiones del dióxido de carbono (CO2) acentúa el calentamiento global, pero perjudica mucho más el triclorofluorometano (CFC11). Este gas provoca un efecto invernadero que destruye la capa de ozono. Según la revista Nature, China es el país responsable de entre el 40% y el 60% de su incremento, aparte de protagonizar la mayor emisión de CO2 en la última década, al engrosarla en 2.000 millones de toneladas métricas anuales. Así, alcanzó a Estados Unidos en 2006 y lo supera actualmente en más de un 60%. Este país, el segundo con más emisiones pese a su laxa regulación, las ha reducido notablemente, casi 800 millones de toneladas
anuales.
Sin embargo, es la Unión Europea, a través de sus contribuyentes, la que abandera los esfuerzos para combatir la degradación ambiental, lo que le ha permitido mitigar sus emisiones de CO2 en 681 millones de toneladas métricas anuales durante la última década. Entre las medidas adoptadas para lograrlo, destaca el mercado de derechos de emisión, en el que las compañías compran y venden estas licencias, sin las cuales se enfrentan a fuertes sanciones.
Las iniciativas europeas para combatir el cambio climático han tenido efectos dispares en los países. De hecho, en algunos, las emisiones de CO2 han aumentado en el último año. Es el caso de Malta y Letonia, con un 8,5% y un 6,7% respectivamente. Por otro lado, Portugal, Bulgaria o Irlanda encabezan la clasificación en la reducción de CO2 en el periodo 2017-18, con caídas de entre el 6,8% y el 9%. En cuanto a España, lo ha disminuido en un 3,2%, por encima de la media del Viejo Continente (-2,5%), si bien representa un porcentaje elevado del total de emisiones de la UE (7,7%). Luxemburgo es el país más contaminante, al generar 17,61 toneladas métricas per cápita, seguida de Estonia (17,1) y la República Checa (10,5). Los países que más han reducido la emisión de CO2 en el último año han sido Portugal (-9%), Bulgaria (-8,1%), Irlanda (-6,8%) y Alemania (-5,4%).
La UE, bajo la divisa de salvar el planeta, justifica cualquier impuesto o sanción, por abusivos que resulten. Contra esto, algunos alegan que todo crecimiento económico precisa de una cierta dosis de polución. Esto les lleva a criticar las restricciones que se puedan implantar, al entender que contravienen la libertad y prosperidad económicas. Aunque rebajar la contaminación tiene un coste que va en detrimento de la competitividad de un país, las sanciones a los países “sucios” no pueden constituir la única medida para evitar que el que más gases genera sea el que más se lucre. De todos modos, no siempre contaminar menos perjudica el crecimiento, tal como demuestra Irlanda, que ha incrementado su PIB en un 6,63% al tiempo que reducía sus emisiones un 6,8%.
Habría que ingeniar incentivos que fueran más allá de la promoción de energías limpias. Por ejemplo, publicitar en la etiqueta la polución per cápita del país del que procede cada producto. Esto disuadiría de comprar a los negligentes y sería el consumidor, y no el Estado, el que penalizaría.