Los últimos acontecimientos acaecidos en la sede del parlamento catalán y la futura salida de Reino Unido de la Unión Europea han aumentado la preocupación y el interés por saber cuáles serían, desde una óptica económica, las consecuencias de una Cataluña independiente. Una vez comprobado que el déficit fiscal no es tan elevado como se pensó en un principio –tal y como reconoció el exconsejero de Economía, Andréu Mas-Colell–, el dilema se centra en los posibles efectos sobre el comercio y PIB catalán. La evidencia viene a demostrar que, independientemente de la relación de Cataluña con el resto España y la Unión Europea, se produciría un efecto adverso en la riqueza de sus habitantes.
El espectacular aumento en el comercio exterior que Cataluña ha experimentado en los últimos años está estrechamente ligado a la Unión Europea; primero por el Acuerdo Preferencial que España firmó en 1970 y, sobre todo, en 1986, cuando el país se convierte en miembro de pleno derecho. Esta apertura de la economía catalana conlleva una gran dependencia del comercio exterior que, a día de hoy, representa el 50% del PIB catalán. Según los datos de la empresa Intereg, encargada de suministrar la información sobre estas transacciones, el 35% de las exportaciones catalanas se destinan a otras regiones de España y cerca del 45%, a países de la Unión Europea. Esto equivale a un tercio del PIB de la región y es lo que se está poniendo en juego en caso de que se modificase la relación jurídica con España y, por tanto, con la Unión Europea.
“El 35% de las exportaciones catalanas se destinan a regiones españolas y el 45% a países comunitarios”
No es fácil medir el impacto exacto que una hipotética salida de España tendría sobre el crecimiento económico de Cataluña, pero la incertidumbre creada al respecto ya está teniendo repercusiones y se refleja en las decisiones de muchos empresarios catalanes. Un elemento que arroja bastante claridad es el saldo neto entre el número de empresas que se instalan en el territorio y las que lo abandonan. Según la agencia calificadora Axesor, en el último año, cientos de empresas catalanas han trasladado su domicilio fiscal a otras regiones de España. Esta “fuga” es mayor que la sufrida por ninguna otra comunidad autónoma y se debe a que gran parte de las empresas catalanas tienen su principal negocio fuera de su territorio. En este sentido, el Gobierno catalán no esta contribuyendo a generar un marco estable ni unas reglas claras que garanticen la seguridad necesaria al tejido empresarial.
Existen varios estudios que determinan las consecuencias que la salida de Cataluña de la Unión Europea tendría sobre el PIB catalán y todos coinciden en señalar una notable bajada de la producción unida a subidas en los precios de los productos catalanes en los países de la UE, principalmente a consecuencia de las tasas y las barreras, que podría llegar a ser de cerca de un 9%, según la OCDE. Esta pérdida de competitividad tendría efectos tanto en los salarios como en el empleo, teniendo que buscar nuevos mercados en otros países fuera de la UE, donde es más difícil ganar cuota de mercado por la gran competencia existente.
Pero intentando ponernos en supuestos más favorables, con un escenario en el que Cataluña no fuera excluida de la Unión Europea, también nos encontramos ante problemas de índole económica, generándose fricciones comerciales entre ambas partes. Esto se debe a que Cataluña y el resto de España comparten costumbres, idioma y una legislación común que permite mayor fluidez en el comercio con el resto de España. Sin embargo, no sucede lo mismo entre Portugal y España, donde las diferencias de idioma y costumbres generan una barrera invisible haciendo la intensidad comercial mucho menor, a pesar de la existencia de libertad de circulación y de ser miembro de la UE. Algo parecido sucedió con la desmembración de Checoslovaquia hace ya un par de décadas. En el caso de Chequia y Eslovaquia, contrario a lo que muchos piensan, se produjo una bajada en el flujo comercial, aunque no llegaron a fijarse imposiciones ni barreras comerciales.
“Para evitar el escenario más adverso, debería tener un estatus como el de Noruega o los de Suiza y Andorra”
Para evitar el escenario más adverso, Cataluña debería tener frente a la Unión Europea un estatus similar al de Noruega, que le permite libertad de circulación de servicios y mercancías, o a los de Suiza y Andorra, que pertenecen al Espacio Económico Europeo. De hecho, muchos representantes del Gobierno catalán señalan a Andorra como el ejemplo a seguir, por ser un pequeño país viable que utiliza el euro como moneda de cambio. Pero es precisamente su tamaño lo que diferencia a Andorra de Cataluña. Probablemente se podría mantener el euro, sí, pero quedan muchas incógnitas en el aire, ya que Cataluña no podría influir en la política monetaria y sobre todo están las posibles restricciones al crédito del Banco Central Europeo para financiar su deuda.
A España le llevó 10 años de duras negociaciones poder entrar en la Unión Europea. Por este y los otros argumentos aquí citados, no le interesaría a Cataluña cambiar su relación con el resto de España, ni siquiera por el tema de las balanzas fiscales, que con una mejora en su financiación serÍa suficiente y no justificaría mayores acciones por parte de los representantes políticos.
El Gobierno de Cataluña debería aprovechar el momento de crecimiento económico del país y aprovechar los efectos de la globalización, ofreciendo un marco estable para las empresas, bajando los impuestos para hacerlo un lugar más atractivo para las empresas y ciudadanos que quieran instalarse en el territorio y no embarcarse en una travesía del desierto.
Benito Cadenas Noreña es profesor de Economía Schiller International University.