El Índice del Estado Niñera (Nanny State Index), es una clasificación en la que figuran los diferentes países de la Unión Europea donde comer, beber, fumar tabaco y cigarrillos electrónicos. Está coordinado por EPICENTER, red de think tank liberales europeos, y dirigido por Christopher Snowdon, del Institute of Economic Affairs (IEA), junto con numerosos socios institucionales entre los que destaca Civismo. En esta edición del Índice, Finlandia y Suecia aparecen como los países con mayor regulación y prohibición, mientras que Francia, a pesar de su reputación como país relajado en consumo de alcohol y tabaco, es uno de los seis primeros. Reino Unido, por su parte, con altos impuestos en el consumo de alcohol, cerveza y vino, es tercero.
En el extremo opuesto de la clasificación está Alemania, el país más poblado de la UE, y que figura como el segundo país más liberal tras la República Checa, en parte por tener los impuestos más bajos sobre la cerveza. Países Bajos también figura como uno de los seis países menos restrictivos de la UE.
España se halla a mitad de la tabla, ocupando la decimonovena posición, y siendo uno de los mejores países donde ser bebedor. Los impuestos en cerveza y bebidas espirituosas son de los más bajos de la UE, no hay impuesto sobre el vino y no hay una hora límite de cierre de los bares. El anuncio de alcohol es legal en todos los medios de comunicación con la excepción de que las bebidas espirituosas no pueden anunciarse en televisión o en lugares donde el consumo de alcohol no está permitido.
La vida no es tan agradable para los consumidores de nicotina. Aunque antaño fue un país amigo de los fumadores, España tiene en la actualidad una de las legislaciones más restrictivas, prohibiendo fumar en todos los bares, restaurantes y lugares de trabajo, y prohibiendo asimismo el uso de cigarrillos electrónicos. También está prohibido el tabaco en algunas zonas al aire libre, como colegios, hospitales y parques.
Tras años de miseria económica en España, los impuestos sobre los “pecados” están subiendo. Los impuestos sobre el alcohol actualmente comprenden el 40% de lo que paga el consumidor, mientras que en el caso del tabaco alcanzan el 80% del precio final. Los impuestos sobre las bebidas espirituosas subieron un 5% en 2017 y, en diciembre de 2016, el Gobierno español anunció que introduciría un impuesto sobre bebidas azucaradas para ayudar a reducir el déficit público, aunque finalmente se echó atrás para no herir a la clase trabajadora.