La propuesta de presupuestos generales del Estado contiene la mayor subida de impuestos desde 2012. Con ella, el Gobierno de Pedro Sánchez pretende financiar, o reforzar, el estado de bienestar, inyectándole 5.654 millones de euros en concepto de tributos.
Está previsto que este aumento se traduzca en un crecimiento de la presión fiscal desde el 34,5% al 35,3% del PIB. Según Eurostat, en 2017 España registraba el décimo valor más bajo de la UE en este indicador, lejos aún así de la que cierra la tabla, Irlanda, con un 23,3%. Encabezándola están Francia, con un 48,2%, y Dinamarca y Bélgica, superando ambas el 46%.
Para justificar la subida impositiva, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aprovechó, como otras veces, el argumento de que la presión fiscal española está por debajo de la media de la UE (del 40,02% en 2018). Sin embargo, este dato, además de poco consolador, es también un mal indicador del verdadero esfuerzo que realizan los contribuyentes. Por ello, en Civismo, siempre recomendamos usar en su lugar el índice de Frank o de esfuerzo fiscal, que compara la presión fiscal con la renta per cápita o la capacidad contributiva.
Atendiendo a este indicador, se aprecia que los españoles efectúan un esfuerzo muy superior a otras economías de la UE de dimensiones similares. Por ejemplo, la presión fiscal de Dinamarca era del 46,9% en 2017 y la de España, como veíamos, del 34,2%. Pero el esfuerzo fiscal danés resultaba muy inferior al nuestro (un 0,09 frente a un 0,14). Y en Francia, el país con la presión fiscal más elevada de la UE, asumen, sin embargo, el mismo esfuerzo fiscal que los españoles (0,14).
De entre los estados miembros de la UE, los de Europa oriental son los que que presentan un esfuerzo fiscal más alto, casos de Bulgaria (0,4) o Hungría (0,3). Contrasta con el de otros como Irlanda o Luxemburgo, que, con un 0,04, ostentan el más bajo de la UE.
Entre otros factores, como el deterioro de la productividad, este aumento de la presión fiscal —y, sobre todo, del esfuerzo— traerá en paralelo un incremento de la economía sumergida. Como señala un reciente informe de Civismo sobre este asunto, el coste de oportunidad de cumplir con la legalidad vigente será cada vez mayor, lo que animará a los ciudadanos a desarrollar su actividad económica en la sombra. Así puede constatarse en la UE, donde los países con un esfuerzo fiscal más elevado, como Bulgaria o Rumanía, presentan también las mayores economías sumergidas en porcentaje del PIB.
Por el contrario, aquellos países con un reducido esfuerzo fiscal, como Luxemburgo o Irlanda, tienen también algunas de las economías sumergidas de menor tamaño (8,2% y 10,4%, respectivamente).
Así pues, fiar el éxito de la legislatura al de los presupuestos, y estos al de una subida fiscal, resulta, como poco, arriesgado. El tiempo (y la recaudación) lo dirán.