El frío estepario de este fin de semana deja poco espacio a la complacencia. En lo político, UPN ha vivido una tregua en su tensa batalla interna precongresual. Mientras, todos los partidos miran de reojo a las elecciones italianas donde, cuidado, un movimiento antisistema parece a punto de dinamitar el mapa político del país vecino. En el plano económico, el debate sobre el paro en el Parlamento foral estuvo lleno de propuestas pero sin dinero que las respalde. Y es en este terreno en el que revalidar la apuesta por la industria como sector de futuro se va imponiendo en Navarra. En el propio debate sobre el empleo, la vicepresidenta Lourdes Goicoechea recurrió a este argumento. El terreno viene abonado. Hace tan sólo una semana, Daniel Calleja, el director general de la Unión Europea para las pymes, también conocido como “mister pyme” explicaba en Pamplona, invitado por el PP y por Civismo, que la industria debe ser el motor que haga salir a Europa de la crisis. Apostó directamente por la reindustrialización de Euro para recuperar el empleo. Le puso incluso cifras a este esfuerzo, que el peso de la industria pase del 16% al 20% en laUE para 2020. La Comunidad foral se encuentra ya muy por encima de estas cifras, puesto que alrededor del 26% de su producción económica proviene de la industria.
Navarra, en este sentido, está muy bien situada. Si somos el 1,3% de la población española, representamos el 1,7% de la economía nacional y sumamos en nuestra geografía el 3,2% de la industria española. ¿Por qué es positiva esta estructura? Primero, porque la industria induce buen número de empleo en el sector servicios. Y segundo, porque el empleo industrial está mejor pagado que la media, lo que permite mantener una sociedad con mayor nivel de vida y mejores servicios públicos como la que ha existido históricamente en Navarra. Mejores salarios se traducen en más ingresos para Hacienda y más gasto disponible para el consumo.
Esta clara fortaleza estructural, sin embargo, pasa por momentos amargos. El mal comportamiento de las exportaciones el año pasado así lo evidencia. En el conjunto de España, las ventas al exterior han crecido un 3,8%, lo que todos los analistas destacan como la mejor señal de esperanza para el país en un negro 2012. En cambio, en Navarra han caído un 13%. Este retroceso se debe, fundamentalmente, al menor empuje de dos sectores que son esenciales en nuestra pequeña estructura económica local. En primer lugar, la fabricación de coches (VW-Navarra) y, bastante por detrás, la industria de las energías renovables (solar y fotovoltaica). La exportación de coches ha bajado un 19% y la de los componentes para renovables más de un 20%. La también potente industria agroalimentaria, otro de nuestros elementos diferenciales, mantiene sin embargo su cifra de ventas.
Pero por encima de la coyuntura, es básico mantener una estructura industrial estable y que siga siendo competitiva en un mundo global. Un trabajo que requiere del esfuerzo combinado de los poderes públicos y de los agentes sociales, empresarios y sindicatos. Una apuesta, en definitiva, que sigue representando la base de la prosperidad económica de Navarra.