Una observación imparcial de los primeros lustros democráticos de nuestra tierra muestra las grandes aportaciones para construir sociedad que hicieron los políticos moderados, fueran derechas o de izquierdas. Si nos fijamos en UPN y en el PSN, hay que reconocer el servicio que prestaron figuras como Jesús Aizpún y Víctor Manuel Arbeloa. Ambos líderes supieron vivir la cultura de la concordia que encierra nuestro Fuero y pactar por el bien de Navarra, noble actitud que es clave ahora.
Del mismo modo, en el país se echa de menos la visión de Estado de Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González y Alfredo P. Rubalcaba, quienes supieron servir con lealtad a España, con la mira puesta en el largo plazo. Si ponemos el zoom en el PSOE, recuerden como desde Ferraz se dijo un no taxativo a una posible coalición del PSN con los nacionalistas para lograr el Gobierno foral. En el socialismo primaba entonces el acatamiento a la Constitución y, por ello, la defensa de la unidad de la nación, respetando las singularidades autonómicas.
Hoy el escenario es muy distinto. El PSOE se perjudicó con el ‘buenismo’ de Zapatero, quien, por simpatizar con el nacionalismo catalán, les concedió un Estatuto que facilitó el independentismo. Luego vino Sánchez, de quien se podría parafrasear el dicho atribuido al monarca francés Enrique de Navarra, “París bien vale una misa”, y transformarlo en “La Moncloa bien vale un chantaje”. Sánchez, a diferencia de Rubalcaba, dijo sí a las imposiciones de los catalanistas radicales para alcanzar su presidencia.
Se ha especulado con fundamento que, entre las cesiones de Sánchez al PNV, para que éste apoyara la moción de censura a Rajoy, estaba que el PSN votara en próximo Parlamento al candidato a la presidencia foral que presentara Geroa Bai. Fuera o no cierta esta conjetura, las declaraciones de Chivite y Cerdán, quien está en la Ejecutiva socialista, la avalan y responden al imprescindible apoyo que Sánchez necesita para seguir apoltronado en La Moncloa. Lo peor es que el PSN no depende de sí mismo, sino que forma parte del PSOE. Esta naturaleza sucursalista compromete a que todas las decisiones relevantes del PSN las tome Ferraz. Lamentablemente, ahora en esa sede priman los intereses del señor Sánchez sobre los que caracterizaron al PSOE de Felipe González y a los de España.
María Chivite, hasta ahora, no se ha atrevido a criticar las cesiones de Sánchez al independentismo catalán, tal como lo han hechos los barones socialistas de Asturias, Aragón, y Castilla-La Mancha. La razón es clara: la líder socialista carece de la ‘potestas’ y la ‘auctoritas’ que conlleva ser presidente autonómico. Además, Sánchez trataría de impedirlo, porque esa actitud se contagiaría al resto de líderes territoriales del PSOE, quienes ven con preocupación el coste en las urnas que les supondrán las torpes improvisaciones de su secretario general.
Sin embargo, a pesar de lo dicho, Chivite debe ser valiente, porque Navarra se juega en mayo su existencia como Comunidad autónoma diferenciada. En esta hora crucial, esta dirigente tiene en su mano elegir que el PSN sirva a nuestra región y a España, por encima de los intereses del ‘sanchismo’. Para conseguirlo, esta líder socialista debe tener la audacia de hacer entender a Ferraz, que en Navarra es ineludible comprometerse no votar a los nacionalistas, ni a dejarse apoyar por ellos, en la elección del nuevo presidente. Resulta esencial que la Sra. Chivite esté abierta a un pacto con formaciones constitucionalistas. Si no lo hace, o su actitud es ambigua, el PSN será una marca más de quienes desean que Navarra forme parte de Euskadi, lo que llevará a que el PSN coseche el peor resultado de su historia. ¡Ojalá el PSN reencuentre los valores que ha perdido!