Si exceptuamos la diminuta isla de Malta, España ha sido en 2016 el país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono escolar. El 19% de jóvenes entre 18 y 24 años dejaron las aulas antes de acabar los estudios, habiendo cursado, como mucho, el primer ciclo de Secundaria (la ESO). Esta tasa es mucho más alta que la media europea (10,7%), siendo la proporción mayor entre los varones (22,7%) que en las chicas (15,1%). Y, sin embargo, estos malos datos son mucho mejores que los registrados en 2008 (31,7%), año a partir del cual se sintió más la crisis.
En 2008, la correlación de los ocupados en la construcción y la tasa de abandono escolar era muy elevada, de 0,758. Esto se debe a que, en los años de bonanza de este sector, muchos jóvenes prefirieron la oportunidad de un trabajo en la obra bien remunerado para su edad a continuar en clase. Cuando la burbuja inmobiliaria estalló y se desplomó la demanda de empleo, muchos de ellos no pudieron encontrar otro trabajo, por carecer de preparación para oficios que exigían mayor formación. La seducción de ganar mucho dinero en los primeros años de su vida laboral fue una trampa, porque les impidió desarrollar su potencialidad para obtener un empleo más cualificado y, quizá, más versátil.
En 2016, la correlación de la tasa de abandono escolar con la de paro fue significativa (0,497), pero se redujo gracias a factores como el descenso de los alumnos inmigrantes, quienes abandonan de forma temprana los estudios en un 37,6%, mientras que los no extranjeros lo hacen en un 16,4%. O también la formación y el estatus laboral de los padres, una circunstancia decisiva, pues ahora los que cuentan con mayor preparación son más, y proclives a impedir que sus hijos dejen prematuramente la escuela.
Pero la principal causa de la menor correlación entre las actuales tasas de abandono escolar y la del paro se debe a que, con la crisis, el número de empleos de baja cualificación disminuyó, y, en paralelo, lo hizo el abandono escolar entre los 18 y los 24 años, aunque no en toda España de modo uniforme.
Así, el año pasado, País Vasco y Cantabria fueron las comunidades autónomas que menos alumnos perdieron, mientras que regiones con un fuerte componente turístico, como lo son Baleares y Murcia, presentaron las mayores tasas de abandono.
A este efecto de la crisis va muy ligado el hecho de que se llenaron las aulas universitarias. Actualmente, el porcentaje de población con titulación universitaria, o equivalente, es de un 40,1%, alcanzando mejor resultado las mujeres (46,6%) que los hombres (33,5%). Lo que no está claro es si esta alta tasa de titulados se ajusta a la demanda de profesionales de las empresas de alto valor añadido. La clave no sólo reside en formar, sino en hacerlo pensando en un futuro marcado por la cuarta revolución industrial. Es decir, la nueva época que viene, en la que cada persona, dentro de su ámbito de actuación y capacidades, deberá aprender a innovar y adaptarse a un entorno cambiante, para que no ocurra lo que en 2008.