Hoy, domingo de Pascua, es la fecha más propia para cuestionarnos acerca de nuestra propia felicidad, por el profundo significado que encarna el triunfo de la vida sobre la muerte. Ser feliz depende de cada uno porque es la consecuencia del ejercicio singular de nuestra libertad. Las circunstancias exteriores peores no han impedido ser felices a quienes hayan preferido ser libres en un sentido holístico. Acaba de publicarse la edición 2021 del Informe Mundial sobre la Felicidad (World Happiness Report), un exhaustivo estudio de la consultora Gallup, que analiza lo dichosos que son los ciudadanos de 95 países. La puntuación se obtiene a través de la integración de seis componentes: PIB per cápita, esperanza de vida, generosidad, cobertura social, libertad para tomar decisiones y ausencia de corrupción.
Los ocho países mejor situados son europeos, liderando la clasificación Finlandia (7,889 puntos), seguido de Islandia (7,575) y Dinamarca (7,515). Sorprende que estos tres países septentrionales, donde abunda la ” depresión invernal” por la falta de luz, tengan puntuaciones tal altas en este ranking de felicidad. Si consideramos únicamente los países de la OCDE, España con 6,502 puntos ocupa el 24 lugar entre las 95 naciones. La clasificación la cierra Turquía (4,862; puesto 78), Colombia (5,709; puesto 55), Portugal (5,768; puesto 53) y Grecia (5,788; puesto 51).
La novedad que incorpora el Informe este año es que valora los efectos del covid en el bienestar y la calidad de vida de las personas, además de describir y evaluar cómo los gobiernos de todo el mundo han hecho frente a la pandemia. De todos los factores que generalmente apoyan la felicidad, los más importantes para sobrellevar las tasas de mortalidad fueron la confianza de las personas entre sí y la confianza en sus Gobiernos. Sin embargo, a pesar del coronavirus, la clasificación no cambió mucho respecto al año anterior, quizá porque la amenaza de la infección afecta a todo el mundo, lo que ha contribuido a estimular la solidaridad entre las personas.
El estudio Global Happiness 2020, realizado por Ipsos a 20.000 encuestados de 27 países, es más introspectivo que el anterior. Este informe concluye que entre las 29 fuentes potenciales de felicidad medidas, las personas tienen más probabilidad de ser más felices si son positivas las siguientes percepciones: (1) mi salud física y mental, y el bienestar físico (citado por el
55% a nivel mundial); (2) la relación con mi cónyuge/pareja (49%); (3) mis hijos (49%); (4) sentir que la vida tiene sentido (48%); (5) mis condiciones de vida, como vivienda, vacaciones y gasto en comida (45%); (6) mi seguridad personal (45%); (7) sentir que tengo el control sobre mi vida (43%); (8) tener un trabajo significativo (43%); (9) la satisfacción con el rumbo que tiene mi vida (40%), y (10) tener más dinero (40%).
En comparación con la encuesta de Ipsos del año anterior a la pandemia, las fuentes de felicidad que han ganado importancia son las relaciones personales, la salud y la seguridad. Por el contrario, el tiempo y el dinero han cedido terreno como generadores de dicha. En el fondo, debemos reconocer que la felicidad es una conquista interior, porque ser feliz exige ganar la batalla de ser auténticamente libre; un reto audaz, porque requiere coherencia y responsabilidad.