La crisis que vive la derecha navarra se pudo palpar en una sala del Colegio de Médicos de Navarra, donde la Fundación Civismo celebró este lunes un acto con dos protagonistas. La primera fue Cayetana Álvarez de Toledo que se desplazó hasta allí para presentar su último libro y aprovechó para posicionarse en torno a la cuestión que divide a la derecha foral: la crisis abierta por los diputados díscolos de UPN. El segundo, el inesperado, fue el propio Carlos García Adanero, uno de los diputados enfrentados a la dirección de la formación regionalista, que fue recibido con una elocuente ovación.
Álvarez de Toledo acudió a presentar Políticamente Indeseable y, fiel a su estilo, no eludió elegir bando. Desde su punto de vista, Sergio Sayas y Carlos García Adanero «actuaron no solamente en conciencia, sino en defensa del mejor ideario de UPN y de los intereses de Navarra y de España».
García Adanero se sentó en primera fila, a pocos metros de Álvarez de Toledo
«Han hecho una labor extraordinaria, no tienen por qué dejar su acta, sería una pérdida enorme para la política española, yo admiro el trabajo que han hecho», subrayó.
A juicio de la todavía diputada popular, “sería una pérdida enorme para la política española” que los dos diputados díscolos abandonasen el Congreso de los Diputados. “Yo admiro el trabajo que han hecho en la tribuna. Pasa raramente en la política que cuando personas suben a la tribuna, se haga el silencio para escuchar lo que dicen y es el caso de ellos dos», indicó.
A partir de ahí, Álvarez de Toledo arremetió contra Javier Esparza, presidente de UPN y encargado de negociar con Félix Bolaños el apoyo regionalista en la votación de la convalidación de la reforma laboral. La diputada popular le acusó de tener una actitud “derrotista” y no obvió la cuestión que subyace detrás de la jugada que trató de sacar adelante la dirección regionalista: la correlación de fuerzas que hoy existe en la comunidad foral.
La diputada popular refutó la máxima de que la derecha navarra necesita al PSN para gobernar
Básicamente, Esparza buscó abrir una vía de interlocución con los socialistas, abierta a nuevos acuerdos en el futuro, que hiciera mella en el Gobierno de María Chivite y a corto plazo pudiera servir para virar la política de pactos del PSN. Tras cuatro años en la oposición al Gobierno de Uxue Barkos, de la coalición vasquista Geroa Bai, y ahora casi tres en la oposición al Ejecutivo de Chivite, los regionalistas tienen asumido que para regresar al poder en Navarra deberán acercarse al PSN, aunque sea condicionando su posición desde Madrid.
Alvárez de Todelo, sin embargo, quiso refutar esta lección, asumida por el regionalismo desde tiempos de Miguel Sanz y Yolanda Barcina, presidentes regionalistas que contaron, primero, con la aquiescencia de los socialistas y, después, con su apoyo dentro de un Gobierno de coalición.
«La actitud del presidente Esparza es una actitud derrotista y de resignación que parte de la premisa de que el futuro de Navarra pasa inevitablemente por el Partido Socialista, y yo impugno esa premisa. Creo que se puede construir una alternativa a ese acuerdo del Partido Socialista», señaló.Lee también
Cayetana Álvarez de Todelo, que en su día se deshizo en elogios hacia Navarra Suma, también tuvo palabras críticas para la labor desempeñada por la coalición que todavía agrupa a UPN, PP y Ciudadanos.
«El problema con Navarra Suma es que quedó en logotipo y puro cascarón y no se llenó de contenido real, estructural y de movilización social», indicó.
Fue elocuente, por tanto, que se refiriese a la coalición en pasado. Tanto como la división que expresó el propio acto que protagonizó, con Carlos García Adanero como foco de atención, y los aplausos al aún diputado regionalista.
Es evidente que la derecha navarra está dividida en al menos dos grandes bloques. Y la crisis en este espacio sociopolítico va para largo.