Liberal hasta la médula, el abulense Lorenzo Bernaldo de Quirós (1959) expresa sin tapujos sus opiniones abiertamente contrarias a todas aquellas políticas proteccionistas tanto en lo económico como lo social. Tampoco tiene reparos en criticar el actual modelo territorial y propugna un “federalismo competitivo” como solución para la crisis secesionista en Cataluña. Economista y divulgador, ofreció recientemente en Pamplona una conferencia sobre los efectos de la globalización que se celebró en Civican y fue organizada por el laboratorio de ideas Civismo.
Ya antes de la crisis secesionista, usted reclamaba una España federal.
El federalismo es una respuesta eficiente a la estructura de un país complejo y plural como España.
¿No es una vuelta a lo medieval?
Sí, a veces se observa como una vuelta atrás, pero no tiene nada que ver con lo que defiendo, que es un federalismo competitivo.
¿Federalismo competitivo?
Es el que tienen países como Estados Unidos, Canadá o Australia, los más modernos y prósperos del mundo.
¿No es suficiente con las autonomías?
La España de las autonomías fue un muy mal diseño de la estructura territorial. Tiene todos los defectos de los sistemas descentralizados y ninguna de sus virtudes.
¿Y el encaje de Cataluña?
Es evidente que el sistema autonómico no ha solucionado el problema catalán. El café para todos fue un error descomunal.
¿Y cuál es el problema exactamente?
No puede ser que tres comunidades autónomas estén financiando transferencias de rentas a otras regiones que no han hecho los deberes. Durante más de 30 años se han proporcionado miles de millones a Andalucía sin que eso se haya reflejado en una reducción del retraso social y económico que acumulaban con el resto de España.
Eso suena parecido al “España nos roba”.
El independentismo catalán es un delirio irracional que ha aprovechado hábilmente la crisis económica, pero no hay que olvidar que una parte de sus denuncias son razonables. No hay ningún condicionante que explique el retraso económico de Andalucía o Extremadura respecto al resto de España.
¿Y no es ese otro prejuicio?
Sé que no es políticamente correcto decir esto. Y menos cuando Andalucía mete 60 diputados en el Congreso. No hay voluntad política para decir que el problema de Andalucía es de sus habitantes y sus gobiernos.
La culpa no será de los andaluces.
Si me dan dinero por no trabajar, para qué lo voy a hacer. Es el resultado de las políticas del partido socialista en Andalucía desde hace 30 años.
Pero también han recibido subvenciones los mineros de León o Asturias.
Es lo mismo, pero a menor escala. E igualmente reprobable. Asturias era una de las regiones más dinámicas de España a principios del siglo pasado y ahora no lo es por culpa de estas políticas.
Si tan bien se vive en Andalucía y Extremadura, ¿por qué tantos de sus habitantes se fueron a trabajar a regiones industriales y contribuyeron a su crecimiento?
Esas personas fueron expulsadas de Andalucía y Extremadura por las políticas que les impedían prosperar. Votaron con los pies para ir a aquellas zonas en las que podían mejorar sus vidas.
¿Qué ha sido del seny catalán?
Vicens Vives decía que los catalanes pendulaban ente el seny y la rauxa. El seny es el sentido del pacto y del compromiso, mientras que la rauxa es esa parte emocional del todo o nada. Ahora estamos en plena fase de la rauxa, por lo que la racionalidad tiene muy poco peso.
Esto de la rauxa es algo nuevo.
Los catalanes son un pueblo terriblemente sentimental, como decía el viejo Cambó, y eso lo perdemos de perspectiva.
¿Y cuándo volverá el seny?
No es fácil ni rápido que se produzca. Acertada o equivocadamente, los catalanes tienen la sensación de que España es injusta con ellos. Y como es una sensación, es difícil convencerles con argumentos racionales que no tienen razón. Tampoco ayuda el anticatalanismo que se ha despertado en el resto de España. La solución será problemática.
¿En qué sentido?
Nunca seremos capaces de lograr una solución definitiva para Cataluña, como nos ha ensañado la historia. Se han abierto heridas entre Cataluña y el resto de España que será difícil que cicatricen.
¿Ayudaría una reforma de la Constitución?
Hay que hacer una reforma constitucional en España dentro de los parámetros de un federalismo competitivo. No es fácil de aplicar porque no depende de las intenciones, sino de lo que imponen las realidades políticas. Con el anticatalanismo que se ha generado en el resto de España es muy difícil que populares o socialistas pacten una reforma que su electorado perciba que concede algún tipo de ventaja a los catalanes. Además, todo el mundo quiere sacar ventaja electoral de esta crisis, lo que dificulta aún más cualquier acuerdo en este sentido.
Usted es un experto en regulación y competencia. ¿Por qué son tan habituales las manipulaciones en el mercado?
Todo el mundo es liberal siempre que no le afecte a sus intereses. Cualquier empresario tiende a reducir la competencia y obtener una posición de monopolio para maximizar sus beneficios sin tener la molestia de competir con los demás.
¿Qué me dice de los paraísos fiscales?
Estoy a favor si por tales entendemos jurisdicciones con una fiscalidad inferior a otros lugares. La existencia de una competencia fiscal, con regiones con impuestos más altos y más bajos, es un mecanismo de eficiencia y de libertad. Si puedes huir de la fiscalidad que te impone un Estado, eso se traduce en que ese Estado tiene que bajar los impuestos para no perder la actividad productiva.
También sirven para lavar dinero negro.
Ese es otro tema. Los paraísos no pueden ser refugio de actividades ilegales como drogas, tráfico de armas o prostitución. Eso sí que hay que combatirlo.
Si se bajan los impuestos, ¿de dónde saldría el dinero para sanidad o educación?
El fenómeno de la globalización se viene desarrollando en los últimos 50 años. El peso de los estados en los años 60 era menor que ahora y el gasto social era la mitad que ahora. Es más, la globalización tiene un impacto positivo en la actividad económica que genera un aumento de los recursos para atender las necesidades sociales.
En Europa se habla mucho de un giro social.
Europa vive una crisis existencial con difícil solución. El giro social lo piden los países del sur, mientras que los del norte se oponen. Si en un Estado es complicado que se dé una solidaridad entre territorios pese a que existe una mayor empatía, en Europa mucho menos. Conciliar estas dos pulsiones va a ser muy complicado, algo que se ha agravado con la salida del Reino Unido que era un contribuyente neto.
¿Cree que habrá acuerdo para el brexit?
A día de hoy, lo más probable es que haya un brexit duro sin acuerdo con la Unión Europea. Eso significa que las relaciones posteriores al divorcio serán difíciles, lo que va a tener costes financieros, sociales y productivos muy importantes a medio plazo para el Reino Unido. Además en la UE ya se ha superado el pánico que producía una salida dura y se ha frenado a los populismos, como es el caso de Macron en Francia o Merkel en Alemania, pese a todas las dificultades.
¿Y cómo afecta eso al brexit?
Los populistas no han ganado, pero tienen una representación parlamentaria importante. Eso ha contaminado el discurso y han marcado la agenda a los partidos tradicionales. Un trato generoso con los británicos aumentaría los incentivos a que otros pidieran lo mismo.
¿No es la desigualdad social la fuente del populismo?
Es evidente que la crisis ha producido en Europa un aumento de la desigualdad entre el norte y el sur y también entre los niveles de renta altos, medios y bajos. Pero esto es consecuencia del cambio de modelo tecnológico. Las economías desarrolladas demandan cada vez mayor cualificación a su fuerza laboral y ofrecen menos oportunidades de empleo a la población menos cualificada. Esa diferencia no se corrige con transferencias de rentas, sino con reformas en el sistema educativo.
¿Y qué me dice de la renta básica que se intenta poner en marcha en Finlandia?
Los países nórdicos se caracterizan por tener una población muy pequeña, que, además, es muy homogénea cultural y socialmente. Apenas han recibido flujos migratorios, salvo Suecia, y son economías muy competitivas y abiertas al exterior. Puede que sea algo razonable allí. Pese a ello, soy contrario a una renta universal porque desincentiva la incorporación de la gente a la actividad productiva.