Una de las características fundamentales del populismo es que termina destruyendo lo que finge proteger y, cuando lo hace, le echa la culpa a otro. Da mucha tranquilidad.
En el caso del sistema de pensiones público, negar la evidencia de los cambios demográficos y la necesidad de reformar para que el sistema sea sostenible, terminaría por llevarse las pensiones por delante.
Tener un sistema de pensiones estructurado para una población joven (vean la pirámide de 1950) en un país que envejece de manera rápida era irresponsable. Reformar el sistema para adaptarlo a la evolución de la economía y la estructura de población no es atacarlo, es hacerlo sostenible. Vean la pirámide de 2014 de la OCDE.
Mantener un sistema de pensiones desconectado de la realidad económica y poblacional tiene tres problemas:
- Se intenta sostener con incrementos constantes de impuestos, que llevan a menor empleo, menor recaudación, menores cotizaciones y menor actividad económica. Pero incluso si se sostiene a corto plazo, a medio plazo no funciona. España jamás ha tenido más de 20 millones de cotizantes, y hoy tiene más de 9 millones de pensionistas. Cuando superasen los 10 millones, el sistema sería insostenible (se considera muy difícil de financiar cuando supera 2 pensionistas por cotizante). Las pensiones ya suponen más del 11% del PIB y la Unión Europea estima que subirán al 15,7% en 2050.
- Se intenta sufragar con impresión de moneda -aumento de la masa monetaria- constante, lo que lleva a enormes pérdidas del poder adquisitivo de las pensiones que se pagan en una moneda devaluada que nadie quiere y sin cubrir la inflación. Países como Argentina o Venezuela.
Se cubre con una enorme deuda. En Grecia el gasto en pensiones suponía el 16,2% del PIB, y se ha ido endeudando sin control año tras año.
Además, se engaña a la gente diciendo que el sistema de pensiones se garantiza subiendo impuestos a “los ricos”, la palabra favorita del país.
En Japón se ha disparado la deuda al 240% del PIB y el país gasta un 29% del presupuesto en Seguridad Social, además de un 22% en intereses de la deuda. Más del 52% del presupuesto se va en pagar intereses de la deuda y seguridad social. Eso a pesar de que tiene un bajísimo coste de dicha deuda, una población rica, alta presión fiscal y bajo paro. El envejecimiento de la población es mucho más poderoso como factor negativo en la sostenibilidad de las pensiones que los altos salarios, cotizaciones y bajo paro.
EN ESPAÑA
No es cierto que el sistema de pensiones se haya empobrecido. España ha mejorado el dato de importe medio de las pensiones de jubilación contributivas mensual desde diciembre de 2011 hasta julio de 2015, pasando de 923,06 euros a 1.022,09 euros, un aumento del +10,73%. Es hilarante escuchar a ciertos economistas alarmarse diciendo que estamos en deflación y a la vez decir que, a pesar de esa subida, las pensiones pierden poder adquisitivo. Ajustado por el coste de vida que publica la OCDE, las pensiones contributivas y no contributivas mejoran.
El déficit de las pensiones, que se estima en poco más de 6.000 millones de euros en 2016, no va a “vaciar la hucha” si España sigue creciendo y creando empleo. Los sistemas públicos de pensiones siempre sufren unos años de déficit mientras se recupera la economía.
El impacto de la crisis en dicha hucha, por definición, siempre se percibe con unos años de retraso.
Como se vacía la hucha es destruyendo millones de puestos de trabajo. Como se hunde la hucha de las pensiones es introduciendo más escollos al crecimiento, a la creación de empleo y a la entrada de capital.
Reino Unido y EEUU han tardado ocho años en recuperar los ingresos de la Seguridad Social a pesar del bajo paro. No existe una sola economía de la OCDE que haya salido de la recesión con empleo fijo y subiendo salarios.
Es de cajón, si no crece la economía y el capital que entra en el país, no se puede repartir. Pero aquí, los genios de la redistribución olvidan la primera regla que siguen todos los países con sistemas de pensión generosos como Finlandia, Dinamarca, Japón o Suecia. Atraer capital y ser modelos globales en facilidad para crear empresas.
Como se hunde la hucha de las pensiones es introduciendo más escollos al crecimiento, a la creación de empleo y a la entrada de capital
Es francamente divertido también escuchar a personas que dicen que los ciudadanos no pueden permitirse su propio plan de pensiones, y a la vez asumen que se pueden permitir uno público deficitario, sumada una burocracia que lo gestione y las subidas de impuestos necesarias para cubrir el agujero.
Pasos para hundir un sistema de pensiones, cortesía del buenismo populista:
Subir salarios por decreto y aumentar la rigidez del mercado laboral en un país donde el 90% de las empresas son PyMEs y dos tercios de ellas siguen en pérdidas según el FMI. Enhorabuena, se reduce el empleo, la inversión y recaudan menos. Adiós recaudación.
Subir los gastos pensando que vas a recaudar muchísimo a “lorricos” y, cuando te quedas a menos de la mitad –con suerte- disparas la deuda, el déficit y la insostenibilidad del sistema.
Seguir poniendo palos a las ruedas del sector privado, espantar la inversión y el empleo, y subir más impuestos para sostener un estado hipertrofiado, el modelo Grecia.
Hacer impago de la deuda. Como la hucha de las pensiones está invertida en bonos del Estado, adiós hucha.
Salirte del euro, y pagar pensiones devaluadas un 50% con inflación del 10% -con suerte-. Adiós pensiones.
Imprimir moneda a la venezolana, y conseguir que el poder adquisitivo de las pensiones caiga un 90%. Adiós pensiones.
Echarle la culpa al capitalismo. Ya saben ustedes que la culpa de todo, gobierne quien gobierne es de Thatcher, Reagan, Bush… y Phil Collins.
La defensa de un sistema de pensiones público que tenga en cuenta la evolución de la economía, la natalidad y la longevidad de la población es simplemente cordura. Lo ha hecho Alemania, Francia, entre otros.
Apoyar un sistema mixto de reparto (el actual) y de capitalización (donde cada persona vaya sabiendo lo que aporta y gana individualmente), es prudencia
Apoyar un sistema mixto de reparto (el actual) y de capitalización (donde cada persona vaya sabiendo lo que aporta y gana individualmente), es prudencia. Y no es una receta neoliberal. Se lleva a cabo en Suecia y tantos países que han llevado a cabo reformas para garantizar la sostenibilidad.
El 24 de noviembre publico con Deusto mi cuarto libro, Acabemos con el paro. En él explico, entre otras cosas, que si no tenemos como pilar de la política del Estado el crecimiento y la atracción de capital, podemos hacer lo que queramos a base de BOE, pero no vamos a mantener el estado del bienestar.
Pensar que las pensiones van a crecer eternamente porque lo diga un comité es irresponsable.
Luego, como Tsipras y sus amigos de la superioridad moral autoconcedida dicen que hicieron lo que pudieron, le echan la culpa a otro, y se van a su casa. Pero dejan la quiebra.