Vivimos en un tiempo en el que los líderes de las fuerzas antisistema y demás populistas son los grandes genios del marketing. Hoy, la posverdad, bien aderezada, se nos presenta como más creíble que las verdades innegables. Estos iluminados nos previenen contra los inquisidores aguafiestas, quienes, según su versión, retuercen los números para estropear las ilusiones que ellos tan diestramente nos han vendido. Sin embargo, en palabras de Warren Buffett, solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo. Y cuando un país, caso de España, carece de un colchón de liquidez, mejor ignorar estas consignas populistas, como la de que el Estado debe gastar más, ya que las crisis son cíclicas.
Un indicador molesto para los antisistema es la calificación de la deuda de los países, un rating de cálculo sofisticado que estima la confianza que merece su deuda soberana. Hemos tomado el de Standard & Poor’s, que maneja una nomenclatura propia. Según este, Alemania, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Noruega y Suecia son los países más fiables, y (¿casualidad?) todos ellos tienen Gobiernos poco populistas.
Reino Unido está peor por la perspectiva negativa que ha provocado el brexit, con su incertidumbre económica. El ex primer ministro Cameron cometió un error de manual por una frívola promesa electoral, pues los referéndums los carga el diablo. Ahora, ese Reino, más que Unido, debería calificarse como Desunido. La República Checa y Estonia ostentan una buena puntuación para llevar menos de tres décadas fuera del comunismo y haber ingresado en la UE en 2004. Por su parte, Irlanda merece un elogio, ya que es el único país que, a pesar de su rescate, ha mejorado. La clave del éxito residió en que sus políticos supieron hacer pedagogía de la austeridad.
La situación de España no es mala, partiendo de la base de que nos estamos recuperando de una grave crisis. Nos perjudica ser el único estado europeo al que Bruselas mantiene en el procedimiento por déficit excesivo. Así, el presidente Sánchez puede restar credibilidad a nuestra deuda si España vuelve a incumplir el techo pactado con la UE para 2018, en cuyo caso el rating se desplomaría. Mejor no jugar con la dinamita de crear expectativas de mayor gasto.
Italia constituye la demostración del roto que es capaz de originar el populismo. Incluso los propios bancos italianos han frenado las compras de sus bonos soberanos. Por último, los tres países que se encuentran a la cola son Chipre, Croacia y Grecia. Aunque los helenos quedaron el 20 de agosto libres de rescates, permanecerán prisioneros de los 289.000 millones de deuda hasta 2060.
Los populistas, sean antieuropeos, nacionalistas, antisistema, de izquierdas o de derechas, debieran valorar el perjuicio de sus seductoras políticas cortoplacistas, el cual queda reflejado en el rating de Reino Unido, Italia y Grecia. Escarmientos de que los excesos… siempre se pagan.