La Fundación Heritage, de la mano del «think tank» Civismo, acaba de publicar en España su conocido Índice de Libertad Económica. Se trata de un ilustrativo indicador que nos informa sobre el grado de apertura de las distintas economías mundiales. El índice muestra una correlación inequívoca: los países que exhiben una mayor libertad económica son también los países que disfrutan de una mayor prosperidad. No se trata de una feliz coincidencia: cuanto más simples y transparentes son las leyes, cuanto más reducidos son los impuestos, cuanto menos intrusivo es el Gobierno, mayor es el dinamismo inversor y empresarial de una sociedad. En este sentido, que España ocupe el puesto 43 en este índice debería preocuparnos. Es verdad que nuestro país avanza seis posiciones con respecto al año 2014, pero todavía estamos peor puntuados que en 2012. Si nuestro país aspira a ser tan rico como Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza y Australia –los cinco países económicamente más libres del planeta, según el informe–, entonces no deberíamos tardar en imitarlos.