El Centro para el Bien Común Global organiza un seminario con motivo del aniversario de la invasión rusa en Ucrania, en el que se analiza de la mano de expertos la evolución en los ámbitos militar y político de la invasión, ayudando a los asistentes a conocer los avances en el último año, comprender los escenarios geoestratégicos y las consecuencias de los actores internacionales.
La ponencia, moderada por el exsenador Ignacio Cosidó, ha contado con la colaboración de Florentino Portero, presidente del Centro para el Bien Común Global e investigador de la Fundación Civismo, el almirante Fernando del Pozo, analista del Centro de Seguridad Internacional (CSI), el coronel Pardo de Santayana, analista del IEEE, y Andrew Smith Serrano, investigador del CSI.
La sesión comienza con la exposición de Andrew Smith Serrano sobre el escenario internacional actual y la posibilidad de un proceso de paz ruso-ucraniano. Andrew se remonta a la primavera del 2007, cuando tiene lugar la Conferencia de Seguridad de Múnich, que reúne a los líderes políticos mundiales para discutir los asuntos más urgentes en materia de defensa. Putin usó el discurso para expresar puntos significativos de la dirección futura de la política exterior rusa. Así, condenó firmemente los esfuerzos de Estados Unidos por construir un mundo unipolar, criticó el acercamiento de la OTAN hacia las fronteras rusas y la configuración de un sistema internacional. Eso, considera Serrano, es el punto de inflexión del presidente ruso y su inclinación hacia la futura guerra con Ucrania. Smith Serrano recalca en varias ocasiones que «el conflicto no va de territorio, sino de soberanía».
“El conflicto no va de territorio, sino de soberanía”- Andrew Smith Serrano
Ucrania se enfrenta a una guerra por la supervivencia de su independencia, se trata del cuarto intento desde el año 1954, que desde 2022 se agrava enormemente. Desde ese año, ambas potencias tratan de conseguir su autonomía con ayuda de las partes aliadas. La división global de los bandos está más o menos equilibrada, aunque las duras sanciones impuestas a Rusia con el objetivo de modificar el comportamiento de Moscú no han surtido efecto. Cabe destacar varios puntos claves que han encaminado la situación al conflicto actual: el desajuste en la correlación de fuerzas de la OTAN frente a las 130 brigadas que posee Rusia; la letal guerra de movimiento acontecida; y la debilidad de una Ucrania que comenzó teniendo una campaña exitosa, y que se ha estancado en una guerra defensiva a la espera de que la situación vigente de un vuelco.
Por tanto, ¿qué es lo que ha cambiado respecto a hace un año? «La toma de posesión de Donald Trump y el fin del multilateralismo», señala Smith Serrano. Trump establece un nuevo orden transaccional anunciado en su candidatura y cuyo origen parte de la herencia de su primera administración, en la cual pretendía garantizar la paz a través de la firma de acuerdos (los Acuerdos de Abraham y el Acuerdo de Doha, 2020). El objetivo socio-estratégico de Donald Trump se centra en el Indo-Pacífico, donde surge la confrontación con Xi-Jinping. El presidente estadounidense considera la guerra de Ucrania como secundaria; se observa porque no acude presencialmente a los diálogos, sino que manda enviados especiales, como su asesor de seguridad nacional Keith Kellogg; una táctica coherente dentro de su visión estratégica.
Al abordar esta causa “secundaria” en su mandato, Trump posee un As bajo la manga para sentare a la mesa de negociación y garantizar la paz, objetivo primordial en su candidatura como ya mencionábamos antes. En primer lugar, el presidente estadounidense plantea la posibilidad de retirar el apoyo financiero, de internet, armamentístico…, a Ucrania. Por otro lado, ostenta la intención de integrar al afectado, ofrecerle a Putin formar parte de los acuerdos internacionales, darle ventajas e intentar estrechar lazos con un aliado fuerte de su principal “adversario”, la China de Xi-Jinping.
La intención de Donald Trump es conseguir una paz rápida, que contenga un alto el fuego, el armisticio y el cese de hostilidades; pero carece de confianza. «Todo augura a una paz coja, precipitada. Queda por saber cuál va a ser el formato, cuáles serán los términos del acuerdo. Sigue habiendo muchas dudas pendientes», sentencia Andrew Smith.
Los pilares fundamentales en los que se sustenta el motivo bélico son, por un lado, la oportunidad que ve Ucrania de implicar a los aliados como sus garantes, y en contraposición, Rusia pretende replicar la Conferencia de Yalta lidiando con Estados Unidos y dejando de lado a una Europa “anticuada”. Ante esta situación, la Unión Europea debe reaccionar cuanto antes y tomar medidas que le lleven a ser considerada una potencia seria e imprescindible; se sugiere la elaboración de un Plan Marshall, el despliegue de fuerzas armadas en Kiev, o la incorporación de Ucrania a la Unión Europea para asegurar su supervivencia.
“Los objetivos de Rusia son ambiciosos y lo que puede llegar a ocurrir es que la avaricia rompa el saco.”
Toma la palabra el coronel Pardo de Santayana, que formula el hecho de que el ser humano tiene libertad de elección, «lo único que no puede elegir es el tiempo que le ha tocado vivir, y nos ha tocado vivir tiempos muy complicados». La estrategia de Putin es la templanza, sabe que Trump tiene mucha prisa y él tiene todo el tiempo del mundo. Su política ha dado un giro radical y en la actualidad se plantea posiciones aún más maximalistas. El fin último de Rusia ya no es debatir sobre Ucrania, sino ser reconocida como una gran potencia, “sentarse a la mesa con los mayores, y conservar el rango”. Putin sabe que el tiempo juega a su favor y no va a aceptar un alto el fuego inmediato; no dejará de combatir hasta que haya un acuerdo cerrado. Las condiciones de Rusia para firmar tal pacto serían que Ucrania quedase neutralizada, anexionarse más territorio, que las partes más cercanas a Moscú queden desmilitarizadas, y mantener Odesa y Transnistria como protectorados rusos, por medio de referéndums. Los objetivos de Rusia son ambiciosos y lo que puede llegar a ocurrir, tal y como dice el refranero español, es que la avaricia rompa el saco.
Fernando del Pozo concuerda con que la aspiración de Putin no es la invasión, sino someter a Ucrania a su esfera de influencia, pero la OTAN no lo permitiría. A pesar de ello, va a ser muy difícil pararle los pies a Rusia, incluso a pesar de las conversaciones de paz.
Florentino Portero habla de manera crítica sobre el papel que juega Europa en la guerra: «Europa ante la crisis está en shock, y a pesar de estar comprometida a ayudar económica y militarmente a Ucrania no tiene capacidad de reacción». El grave error se comete en el Tratado de Maastricht, al admitir a países alguna vez pertenecientes a la URSS sin establecer una política de disuasión.
Los europeos somos responsables de no haber reaccionado bien al conflicto, estamos llevando a cabo una política de apaciguamiento, es decir, no reaccionar ante una crisis de tal magnitud frente a una potencia agresora con el fin de evitar un mayor conflicto. Florentino Portero dice: «le estamos enviando un mensaje claro a Rusia: -sigue adelante, que no haremos nada para impedirlo-». Si juegas al empate, tienes todas las de perder y en esta ocasión, Europa ha echado un pulso a Rusia en la guerra de desgaste y se ha desgastado.
“La OTAN se ha convertido en un instrumento meramente operativo”
Al asumir el dictado de EE. UU. y dar por sentado determinadas capacidades americanas para cubrir las propias, la Unión Europea ha quedado relegada a un segundo plano. Para describir la pérdida de relevancia global, el investigador de Civismo recoge la siguiente idea: «Los europeos somos una reunión de estados endeudados que discuten si vamos a emitir más cantidad de deuda conjunta y aún más deuda para dotarnos armamentísticamente». Además, y a diferencia de la Posguerra, en esta ocasión Estados Unidos no volverá a ser el garante de Europa, ya que la OTAN se ha convertido en un instrumento meramente operativo, sin vínculo de países miembros.
Los procesos que venimos siguiendo hasta la fecha está caducados, porque la situación actual es nueva. Rusia está ganando la guerra y el objetivo de Putin es lograr un acuerdo con Estados Unidos para dividirse espacios de influencia en Europa. Europa debe despertar y es hora de que los europeos tomen decisiones críticas ante la situación venidera.