Recuperación muy diferente
28 de febrero de 2016
Por admin

Aunque España todavía no haya logrado volver a los niveles de bienestar de los que disfrutaba antes de la crisis, la recuperación va por buen camino al crecer un 3,2% en 2015. Sin embargo, esta tendencia al alza no afecta por igual a todas las comunidades autónomas. De hecho, sólo Madrid ha conseguido recuperar el nivel de PIB que tenía en el año 2008, e incluso avanzar un 0,7%. Canarias y Baleares son las comunidades siguientes en mejor comportamiento del PIB, al retroceder tan solo un 2,2% y un 2,5% respectivamente a lo largo de los últimos siete años, gracias al salvavidas del turismo. Estas cifras pueden parecer mediocres, pero no lo son cuando se las compara con las del resto de las regiones. Estas han sufrido el doble al mostrar una recesión media del 4,4%. Las peor paradas son Asturias y Cantabria, cuyo PIB se rebajó un 10,7% y un 9,3% a lo largo de este periodo. Incluso Cataluña arroja una evolución bastante negativa, cayendo cinco puntos más que Madrid, su tradicional rival.

Pero no hablemos sólo de crecimiento del PIB. Fijémonos también en el empleo, con el que aquél tiene una fuerte correlación. Resulta que, si todas las comunidades hubieran mantenido a lo largo de estos años la economía en los mismos niveles que los de Madrid, España habría evitado la mitad de los despidos producidos entre 2008 y 2015. O, lo que es lo mismo, tendría un millón de empleos más. La cuestión, entonces, debería ser qué puede hacer el resto de España para copiar la prosperidad relativa madrileña. La clave de este éxito radica en la puesta en marcha de medidas liberalizadoras e impuestos bajos.

El Índice de la Libertad Econó- mica que elabora Civismo ha concluido en cuatro ocasiones (2009, 2011, 2013 y 2015) que la Comunidad de Madrid ha sido la campeona indiscutible en España a la hora de facilitar la vida de empresas y de ciudadanos. Este complejo indicador muestra siempre una elevada correlación positiva con el PIB per cápita. Dicho de modo breve: promover libertad econó- mica genera siempre más prosperidad, bonanza que en Madrid no sólo se ha traducido en que sus ciudadanos tuvieran más ingresos tras los impuestos, sino además en un mayor bienestar para todas las clases sociales.

De hecho, los casos contrarios son los de comunidades que en el pasado gozaron de un fuerte empuje de la industria pesada, como Asturias o Cantabria, pero que no acometieron con audacia la transformación de su tejido empresarial para ser competitivos globalemente. La destrucción creativa de la que habla Schumpeter es una cirugía ineludible para que la regeneración empresarial surja.

En los últimos lugares de crecimiento del PIB se encuentra la Comunidad Valenciana (-7,5%), descenso en gran parte provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, la mayor equivocación de esta región no fue permanecer en una actividad fallida. El peor error fue que su administración empleara los grandes ingresos fiscales del ladrillo en acometer obra pública en lugar de invertir en reinventarse. 

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