¿Por qué Alemania y Holanda se oponen a los ‘coronabonos’ que quiere Pedro Sánchez?
28 de marzo de 2020

En las últimas semanas, ante la situación que vive el planeta con el coronavirus, se han puesto muchas cuestiones sobre la mesa. Muchas, por ahora, siguen sin obtener respuesta, pero que, como ocurre en numerosas ocasiones, a veces dice más el silencio que la propia voz. Esto es lo que ocurre en estos momentos con la Unión Europea. Los mecanismos del Banco Central Europeo siguen siendo insuficientes para paliar la situación, al menos así lo consideran un gran elenco de economistas que, desde hace semanas, siguen las declaraciones que, desde Bruselas, se están emitiendo continuamente.

Hablamos de un escenario muy difícil, es cierto. El coronavirus se ha adueñado del planeta y ha trastocado las previsiones sobre la economía internacional. La elevada tasa de contagio, así como la elevada mortalidad mostrada en España e Italia, mantiene el confinamiento de los ciudadanos en casi todo el planeta.

Los riesgos económicos son muy severos. Ante un confinamiento general como el aplicado durante este estado de Alarma, la economía, en todos sus sentidos, se encuentra totalmente paralizada. Exceptuando algunos sectores que tienen que seguir activos y bajo unos niveles de producción anormales, el resto de sectores se encuentran bloqueados, ante la incapacidad de reabrir sus puertas hasta que la curva de contagios no halle su punto de inflexión.

Esta situación preocupa a los países europeos, a todos y de forma individual. Las pérdidas ya se cuentan en miles de millones para las economías europeas. El propio vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, ya confirmó, en varias comparecencias, la recesión económica en la UE. Una recesión que también descuentan países como Italia, Alemania, así como muchos otros; ajenos a España, por supuesto, donde la ministra sigue en su misión de dar ánimos a la sociedad, generando esperanzas sobre una tasa de variación positiva a final de año.

Ante lo ocurrido, y con la recesión descontada, las autoridades políticas en los distintos países que conforman el bloque económico europeo ya han comenzado a meter presión a Bruselas. Aplicar políticas económicas expansivas en esta situación puede parecer el milagro, pero efectivamente, las políticas acomodaticias permanentes que venía aplicando el BCE con los planes de expansión cuantitativa (QE) han provocado tal desgastes en el mecanismo que, ante la situación, el impacto de estas en la economía es ya casi imperceptible.

Tenemos una economía europea dopada. Esto ha provocado que, en estos momentos, el fondo de maniobra europeo para aplicar políticas, con un balance del BCE repleto de deuda soberana, así como unos tipos de interés que ya han roto el suelo del 0%, se quede muy escaso. Un escaso fondo de maniobra que, ante la situación, nos impide el poder seguir aplicando este tipo de políticas y, más importante aún, con un efecto notable en la economía. Un escenario que ha llevado a los países a buscar nuevas medidas que estimulen la economía, pero esta vez de forma efectiva y “con valentía”.

Estas propuestas, hasta ahora, se han centrado en la armonización de la deuda europea, lanzando al mercado los conocidos eurobonos, o como le llaman ahora “coronabonos”, para poseer como conjunto económico un instrumento de deuda que, bajo el criterio de los países solicitantes, daría un mayor resultado, superior al de las políticas convencionales. Ahora bien, no todos opinan igual. Holanda y Alemania, por ejemplo, ya han anunciado su negativa sobre la medida planteada.

Estamos en un escenario que, pese a mostrar un aparente bloque económico sólido y cohesionado, muestra grandes desequilibrios en su estructura interna. Para empezar, ni la disciplina financiera mostrada por los países es igualitaria. Estamos hablando de armonizar la deuda, lo que conllevaría aunar la deuda de la totalidad de países europeos para la emisión de unos instrumentos conjuntos. Sin embargo, y como iba diciendo, estamos hablando de una política que, sobre el papel, parece muy justa, pero en la práctica no cumple con una exigencia equivalente para todos los países.

Los países solicitantes son entre otros España, Italia y Francia. Estas tres economías, a la vez que solicitan los bonos europeos y la unificación de la deuda europea, también son las mismas que, de acuerdo con sus indicadores económicos, muestran un gran porcentaje de la totalidad de la deuda europea. España, Francia e Italia juntos concentran unos niveles de endeudamiento que en relación con el PIB muestran registros superiores al 100% del PIB.

Alemania, ante esto, con un 61% de deuda sobre su PIB, y Holanda, con un 49% de su PIB, siguen en la negativa de sumarse a esa propuesta conjunta de los eurobonos. Esta decisión les sitúa como los malos de la película, un juicio más que injusto a pesar de que son los países que han contemplado en todo momento esa disciplina fiscal que no poseía ninguno de los tres países solicitantes.

La apuesta de España, Italia y Francia implica que el mayor riesgo lo deben asumir aquellos países que, por ahora, poseen un menor nivel de deuda. Una situación que refuerza la negativa de Holanda y Alemania de apoyar los eurobonos o coronabonos.

Alemania y Holanda están defendiendo los intereses de haber cumplido con una disciplina financiera que, en el caso de los solicitantes, no pueden decir lo mismo.

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