La gran inflación alemana
7 de julio de 2016
Por admin

La historia de la inflación es casi tan antigua cono la historia del dinero, ya que muchos gobernantes han caído en la tentación de conseguir recursos acuñando o imprimiendo más dinero, o rebajando su calidad si se trataba de moneda metálica. Pero los sistemas monetarios modernos, basados en el dinero-papel, cuya emisión es controlada por el poder público permite incurrir en tan poco recomendables prácticas con gran facilidad. Y, como establece claramente la teoría cuantitativa, más dinero en circulación, para un nivel de renta estable, significa un crecimiento del nivel de precios. El abandono del patrón oro el año 1914, al que se hizo referencia en un artículo anterior, dejó en las manos de los gobiernos la posibilidad de emitir papel moneda prácticamente sin control alguno. Aunque el aumento de los precios se convirtió en un hecho generalizado, no todos los Estados abusaron de esta estrategia en el mismo grado. La situación de cada uno de ellos era, ciertamente, muy diferente; y resultaba especialmente dramática en los países que formaron parte de lo que se habían denominado los amperios Centrales.

El gobierno alemán, enfrentado al pago de sus reparaciones de guerra, necesitaha de forma urgente obtener recursos. Y pocas formas hay, aparentemente, más sencillas de obtenerlos que poner grandes cantidades de papel moneda en circulación. Y así se hizo a partir del año 1921, con los efectos que cabía esperar: el marco alemán se hundió, poco a poco al principio y de forma muy rápida más tarde. Antes de la guerra el tipo de cambio del dólar con el marco había sido, aproximadamente, de cuatro marcos por dólar. Pero la inflación llevó a una depreciación continua de la moneda alemana; y en noviembre de 1923 un dólar valía ¡cuatro billones de marcos! Para poder disponer de nuevos billetes, cuyas denominaciones tenían que crecer todos los días a causa del aumento de los precios, cientos de imprentas se dedicaban a la actividad de hacer billetes. Pero, aun así, los precios crecían de tal forma que era cada vez más difícil disponer de medios de pago. Los precios subían tan rápidamente que los trabajadores exigieron cobrar su salario cada día al empezar a trabajar, porque, al terminar la jornada, las cosas eran mucho más caras. Esta absurda situación destruyó la sociedad alemana.

Quienes tenían deudas se enriquecieron, porque el valor real de ellas se redujo casi a cero. Pero quienes recibían rentas se arruinaron. Las clases medias recibieron un golpe terrible. Y la república de Weimar cayó en el mayor de los desprestigios. Muchos historiadores piensan que, sin la hiperinflación, el nacionalsocialismo nunca habría llegado al poder. Cuando una inflación llega a tales niveles, el problema no tiene solución si no se abandona la moneda depreciada y se crea un nuevo sistema monetario. 

En 1923 los alemanes preferían quemar billetes que madera, ya que valían menos. tiene solución si no se abandona la moneda depreciada y se crea un nuevo sistema monetario. Y esto fue lo que, con éxito esta vez, hizo el gobierno alemán. A finales de 1923 se creó el nuevo rentenmark, una moneda teóricamente respaldada por fincas y terrenos, con la que se volvió a la paridad de cuatro marcos por dólar y que permitió restablecer la confianza en la moneda. La razón por la que la reforma tuvo éxito no fue, ciertamente, el supuesto respaldo de ]a moneda por bienes reales, sino una política de emisión adecuada y su aceptación por la sociedad alemana. Y en un sistema fiduciario, esto es, sin duda, lo más importante. 

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