Arabia Saudí acelera la madre de todas las batallas
30 de diciembre de 2015
Por admin

Ayer se publicaron las cifras de déficit de Arabia Saudí, que superó los 98.000 millones de dólares. Con una economía donde el petróleo supone casi el 90% de los ingresos fiscales y más de un 40% del PIB, los ingresos han caído mientras que los gastos aumentaron por encima del presupuesto. Esto lleva a un déficit de casi el 17% del PIB. En esa cifra hay elementos positivos y negativos.

En lo positivo, Arabia Saudí es uno de los países con menor endeudamiento del mundo, un 19% sobre PIB. La política económica y estatal reniega del endeudamiento y por ello durante la década de altos precios del crudo el país redujo su deuda a mínimos. Adicionalmente, cuenta con reservas de dólares superiores a los 645.000 millones.

En la parte negativa, la dependencia real del precio del crudo parece mayor a lo estimado, en una economía donde las subvenciones, el gasto político y el militar son prácticamente inamovibles.

Pero lo que importa es el futuro. El Gobierno estima que en 2016 el déficit será de unos 87.000 millones de dólares, por caída de ingresos a pesar de los recortes de gasto (las subvenciones, que alcanzan los 25.000 millones anuales, bajan con el precio del crudo, como es normal). Que el Gobierno saudí espere otra caída de ingresos de unos 25.000 millones de dólares muestra que el reino no estima ninguna mejora del precio del crudo.

En 2016, Arabia Saudí puede producir hasta 11 millones de barriles al día en su estrategia de mejorar cuota de mercado. Eso, añadido al más que probable aumento de producción iraní tras el levantamiento de las sanciones, puede llevar a la OPEP a niveles de 32 millones de barriles al día, si se cumplen las estimaciones del resto de países. Recuerden que los países de la OPEP tienden a producir por encima de sus presupuestos.

La guerra que comentábamos en ‘La Madre de Todas las Batallas’ (Deusto) se libra en varios frentes. La eficiencia, que hace que la demanda no aumente a pesar del crecimiento económico, la transición tecnológica, que lleva a que el reinado del petróleo en el transporte pierda peso inexorablemente, y la diversificación, con nuevas fuentes de producción en países no OPEP.

La estrategia de mantener cuota de mercado de Arabia Saudí, por lo tanto, es lógica. Recortar producción es ilógico. ¿Por qué iba a reducirla el productor de menor coste y mayor eficiencia? Adicionalmente, sería mostrar a sus clientes que no son el suministrador fiable, de bajo precio y flexible. Y con ello se aceleraría la sustitución. Recortar producción es suicida, además, cuando EEUU ya ha aprobado exportar sus excedentes.

Hasta hace unos meses, EEUU solo era un problema para el precio del petróleo a nivel global pero no de cuota de mercado, ya que estaba prohibido exportar. Que se haya levantado esa prohibición hace que EEUU, que se ha convertido en seis años en el segundo productor de petróleo global, sea una amenaza no solo para el precio sino para la cuota de mercado. Puede suponer hasta medio millón de barriles al día compitiendo por los clientes tradicionales de Rusia, que también produce a máximos históricos (más de 10 millones de barriles al día), y la OPEP.

El gran error es pensar en un ajuste de la oferta. Leo que muchas empresas de ‘fracking’ tienen problemas por su endeudamiento y sonrío. Más del 89% de la producción de ‘fracking’ de EEUU está en megaempresas sin casi deuda. Igual que la quiebra de 112 empresas solares no acaba con el sector, sino que lo fortalece, lo mismo pasa con el ‘fracking’. Bajan los costes y los eficientes absorben a los ineficientes. Es la historia de 150 años de petróleo. Siempre ha sido así.

¿Y los países productores? El error de analizar “el precio del petróleo que necesitan para equilibrar su presupuesto” ya se ha demostrado en los últimos dos años. Es como decir que me tienen que subir el sueldo para cubrir mi coste de vida. Tendrán que reducir subvenciones, dejar de financiar grupos políticos afines y acabar con el clientelismo. Porque la madre de todas las batallas no ha hecho más que empezar. Ahora llega la segunda fase, la sustitución acelerada. En un mundo de bajo crecimiento, la tecnología reduce aún más los costes.

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