Ya inmersos en el mes de marzo la llegada de las vacunas y la menor incidencia del virus están permitiendo que la actividad económica vuelva a marchar con ‘cierta normalidad’. Muchos sectores -que se encontraban bloqueados- han podido comenzar a respirar con la apertura parcial de sus locales y la posibilidad de generar ingresos para contrarrestar las pérdidas que arrastran desde hace más de un año.
Una actividad económica que ha disparado la demanda de energía ante la reanudación de la producción en el mundo. Sin embargo, pese a ese incremento de la demanda, la incertidumbre que presenta este contexto mantiene en vilo a uno de los cárteles de mayor envergadura en la economía global, la OPEP.
El bloque de países exportadores de petróleo, tras vivir una situación durante esta pandemia en la que el petróleo llegó a cotizar en negativo, ha ido reduciendo la producción y la exportación de crudo. Según datos revisados de la agencia ‘Bloomberg’, los precios del petróleo se han disparado considerablemente durante los últimos dos meses. Siendo más precisos, hablamos de un valor que ha pasado de menos de 40 dólares por barril en noviembre, a rozar los 60 dólares durante el mes pasado.
Estamos ante un incremento de más del 50% en cuestión de tres meses. Esa reanudación de la actividad económica, en un escenario en el que los productores de petróleo han congelado la producción, está provocando una inflación de costes que podría ahogar la demanda y, con ello, el crecimiento. Pero si cabía añadir algo, la última reunión celebrada por la OPEP esta misma semana se saldó con mayores restricciones, así como un mayor ajuste diario de barriles en Arabia Saudí.
Este acuerdo, rápidamente, disparó de nuevo el precio del barril, que en escasas horas subió más de un 5%. El precio del barril Brent -que ya se situaba muy cerca de los máximos anuales- superó la barrera de los 60 dólares, hasta los 67 billetes verdes por los acuerdos alcanzados. Una subida que sitúa el valor del petróleo en niveles similares a los que veíamos en enero del pasado ejercicio.
Debemos saber que hablamos de una situación de gran relevancia para la economía, pues esta subida añade riesgos que podrían ahogar la fuerza de la recuperación. Así pues, debemos entender el petróleo como la principal fuente de energía del planeta, la cual permite que la actividad económica se desarrolle. Teniendo esto en cuenta, un alza en el precio del petróleo repercute en alzas en el precio final para consumidores. Por esta razón, que estén dándose alzas en el precio del combustible fósil, encarece el coste de vida.
Y la economía, en recesión
Y todo ello en un escenario en el que la economía se encuentra en situación de recesión y con un desempleo que crece a un ritmo considerable, es un riesgo que amenaza a la recuperación que tanto precisa la economía en estos momentos, sobre todo tras la contracción vivida en trimestres pasados.
En lo que a este sobrecoste se refiere, es conveniente saber que muchos países presentan una gran dependencia de este combustible ya que deben importar petróleo para hacer funcionar sus economías, pues cuentan con escasez de oro negro en su territorio para autoabastecerse. Para hacernos una idea -y teniendo en cuenta que las importaciones de petróleo por parte de los países de la UE alcanzan los 8 millones de barriles diarios- un incremento de 20 dólares por barril provoca un sobrecoste cercano a los 50.000 millones de euros anualmente.
En resumen, hablamos de un escenario plagado de riesgos que amenazaban la recuperación de la economía española, y al que debemos sumar el encarecimiento de los precios del petróleo, con la posible merma que esto supone para la capacidad de la demanda. Este nuevo suceso afecta de forma directa al motor económico del que dependerá dicha recuperación. Una recuperación que, ante los condicionantes que avisa el FMI, presenta tantas luces como sombras en el horizonte.