Recientemente, Property Rights Alliance (PRA), una organización dedicada a la protección de la innovación y los derechos de propiedad física e intelectual, publicaba el Índice Internacional de Derechos de Propiedad (IPRI) de 2019, en el que incorpora a 129 países. Los derechos de propiedad revisten una importancia capital ya que, como muy bien dice Lorenzo Montanari, director ejecutivo del PRA, “son derechos humanos” porque, sin ellos, “las personas están restringidas en cómo actúan, cómo hablan y cómo participan en la economía”. Así como la sociedad no puede funcionar sin el derecho, donde no se respeta la propiedad, no puede haber libertad.
Los tres parámetros que se analizan para elaborar el IPRI son (1) el entorno legal y político, el cual comprende la independencia del sistema judicial, la fortaleza del estado de derecho, el control de la corrupción y la estabilidad del sistema político; (2) la eficiencia en la protección de los derechos de la propiedad física, y (3) los derechos de propiedad intelectual, que aseguran la pertenencia del conocimiento a su autor o a sus patentes.
Solo una décima parte de la población mundial vive en los 20 países con las protecciones más fuertes de los derechos de propiedad. Estos son, además, algunos de los estados más prósperos del mundo. De hecho, las naciones en el quintil superior del índice (entre las que España no figura) tienen un ingreso per cápita 16 veces mayor que las de la parte inferior. Así, en el ámbito europeo destacan Finlandia (8,712 puntos), Suiza (8,571), Suecia (8,280), Noruega (8,279) o Luxemburgo (8,275), mientras que en el extremo contrario se hallan Grecia (5,207), Letonia (5,936), Polonia (5,996), Eslovenia (6,102) o Italia (6,126). Esto refuerza la teoría de que el respeto por la propiedad privada incentiva la generación de riqueza, dado que los ciudadanos se sienten amparados por la seguridad jurídica, y ese entorno favorable los lleva a emprender.
Además, la libertad ciudadana y el imperio de la ley requieren derechos de propiedad consistentes, porque estos, al limitar la capacidad intervencionista del Estado, garantizan el contrapeso natural al ejercicio del poder. Así, estos derechos constituyen la base de una sociedad libre en la que las personas controlan sus vidas y construyen su propio destino. Como Arthur Lee señaló en Virginia en 1775, “el derecho de propiedad es el guardián de todos los demás derechos y privar a la gente de esto equivale, de hecho, a privarlos de su libertad”.
España ocupa en el IPRI la posición 36 en el mundo y la 20 entre los países europeos: una situación lamentable. Los derechos de la propiedad física son en los que peor situados estamos (puesto 55), tras un descenso de 1,57 puntos respecto al año pasado. Una caída que no puede asombrar a nadie viendo cómo en España los okupas campan por sus respetos igual que antaño lo hacían los pícaros.