La injusticia del sistema de pensiones no es ningún secreto. En primer lugar, limita sustancialmente las nóminas de quienes cotizan más años. Así, por ejemplo, una persona que trabaje toda su vida, desde los 16 hasta los 65 años, percibirá lo mismo que otro que entre al mercado laboral a los 29 y cotice apenas 36 ejercicios con bases elevadas. En segundo lugar, favorece a los que menos trabajan en detrimento de los que más lo hacen. Así, los primeros 15 años cotizados aportan lo mismo a la nómina que los 20 posteriores, lo que beneficia a los segundos, siempre y cuando hayan sido retribuidos con rentas más elevadas en los años anteriores a la jubilación. Finalmente, el sistema tiene un sesgo a favor de los que cobran menor salario. En concreto, las pensiones mínimas reciben un 20% más de lo que les correspondería, mientras que las máximas se ven penalizadas en cerca de un 10%. Además, existen beneficios especiales para determinadas profesiones.
Una comparación entre lo aportado por los trabajadores de cada comunidad autónoma en los últimos años de su trayectoria profesional y lo que perciben una vez que se jubilan muestra este desequilibrio. Así, los pensionistas asturianos cobran un 29,4% más de lo cotizado en su etapa laboral, debido sobre todo a las retribuciones extraordinarias de los mineros. Algo similar sucede en Andalucía (donde perciben un 17,4% más de lo que les tocaría) y en Extremadura (13,1% más). Esto se debe a que la tasa de paro en estos territorios es muy elevada y los sueldos bajos, pero también a la escasa aportación de los trabajadores agrarios que, en muchos casos, no trabajan ni la mitad de las jornadas del año.
Por su parte, canarios, cántabros, castellanos y leoneses, manchegos y vascos reciben entre un 3,4% y un 8,6% más de lo que les correspondería, algo que puede achacarse tanto al alto paro, como a las jubilaciones anticipadas o la elevada esperanza de vida. Estas cifras, no obstante, son solo una aproximación basada en la tasa de empleo y el volumen salarial de los últimos años. Además, una persona puede haber cotizado en una región y cobrar luego en otra.
En el otro extremo no pocas comunidades se ven perjudicadas por el sistema, aunque de forma muy moderada: Aragón, Murcia, Comunidad Valenciana, Madrid y Navarra. Otras cuatro, asimismo, sufren cuantiosas pérdidas. Así, La Rioja, Cataluña, Baleares y Galicia son las más afectadas, bien por sus elevados sueldos o porque presentan una tasa de actividad muy por encima de la media. Esto se puede atribuir a que sus ciudadanos empiezan a trabajar antes o a que se jubilan más tarde. En cualquier caso, este desajuste no es baladí pues los gallegos podrían disfrutar de una pensión un 16,1% más alta si su presencia en el mercado laboral no estuviese penalizada.
Por tanto, el sistema de pensiones de reparto vigente en España ha generado resultados nefastos. Con uno de capitalización, en el que cada cual ahorra para su propia jubilación en un fondo de inversión, los españoles disfrutarían de una pensión un 72,8% mayor, según las conclusiones un estudio elaborado por Civismo.