La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de este año confirma la entrada de nuestro país en un proceso de enfriamiento económico. Se trata del peor dato en cuanto a aumento de puestos de trabajo para este periodo desde la recesión de 2012-2013. Así, solamente se han registrado 69.400 nuevos ocupados, con una tasa de variación trimestral en el empleo del 0,35%. Es decir, supone el incremento más bajo de los últimos siete años. Cabe reseñar que, en términos desestacionalizados, la variación trimestral resulta aún menor (0,09%). Por comunidades autónomas, los mayores crecimientos de ocupación se han producido en Baleares (7,08%), Cantabria (1,76%) y Castilla y León (1,56%). Las mayores caídas se observan en País Vasco (-1,6%), Andalucía y Navarra (-1,12%), y Canarias (-0,95%).
Por otra parte, la variación a la baja del desempleo entre el segundo y el tercer trimestre ha sido un 0,5% más reducida que la del año pasado. Aun así, este descenso ha servido para alcanzar una tasa de paro del 13,92%. Es la primera vez en diez años, desde el cuarto trimestre de 2008, que se encuentra por debajo del 14%, tal y como se ha encargado de proclamar el Gobierno a bombo y platillo. No obstante, si tomamos las cifras desestacionalizadas, la tasa de desempleo no se situaría en el 13,92%, si no en el 14,4%, tras una disminución trimestral del 1,72%. Por CC AA, las mayores bajadas trimestrales de empleo se registran en Baleares (-30,88%), La Rioja (-10,31%) y Castilla y León (-4,09%), mientras que los mayores incrementos se han producido en Navarra (7,57%), Murcia (6,29%) y País Vasco (6,25%).
Los registros mensuales de paro y afiliación a la Seguridad Social apuntaban que este frenazo de la economía repercutiría en el ámbito del mercado laboral. Sin embargo, esta desaceleración ha llegado antes que las estimaciones de los analistas. Por otro lado, cabe preocuparse ante el tipo de empleo que se está generando en España; entre julio y septiembre, tanto el de carácter público como el privado se dividieron prácticamente a partes iguales, con un aumento del primero en 34.200 personas, y del segundo en 35.200. En una economía próspera el empleo privado crece siempre mucho más que el público.
La evolución negativa de los datos y la inestabilidad política e institucional hacen prever que el empleo seguirá descendiendo. Este sombrío panorama provoca el recelo de los empresarios, tal y como refleja el Índice de Confianza Empresarial que elabora el INE. En él, se evidencia que el 20% de los encuestados se muestran pesimistas sobre la marcha de su negocio en el cuarto trimestre, y más del 15% tiene intención de recortar su plantilla. Se avecinan malos tiempos para el empleo. Si se quiere aumentar la ocupación, la economía debe ser más competitiva, lo que implica que los costes de los productos que exportamos desciendan. Desde luego no ayudan a esta rebaja la subida del Salario Mínimo y subir los impuestos. Como decía Winston Churchill, «una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse estirando del asa».