La economía española, según el análisis realizado por los distintos organismos acerca de los efectos del Covid-19 en la actividad, sufre un mayor deterioro que el resto de países avanzados. Instituciones como el FMI y la OCDE pronostican una mayor caída del PIB español en 2020 que en otras economías europeas. De hecho, España sufrirá la mayor caída registrada en toda la eurozona y una recuperación más tardía que el resto de los países de nuestro entorno.
Si se analizan crisis pasadas, como las últimas dos recesiones, España ha sufrido siempre más que el resto de potencias. En este sentido, mientras que Alemania recuperó su nivel previo en la pasada crisis en el plazo de dos años, la economía española no lo hizo hasta pasados 9 años de la crisis. En otras palabras, el comportamiento procíclico que presenta la economía española deriva en un mayor deterioro en momentos de contracción económica.
Entre las causas que justifican este comportamiento procíclico, debemos destacar que hablamos de un problema multifactorial. Sin embargo, en el reciente estudio publicado por la Fundación Civismo, se analiza esta situación, atendiendo a nuestro tejido productivo como un posible condicionante. El informe resalta que España es un país muy dependiente de las pymes, pues cuenta con un tejido empresarial en el que el 99,8% del mismo se encuentra representado por pymes.
A diferencia de otras economías como Alemania, España tiene una gran dependencia de las pymes. Y es que el problema de esto no es que las pymes no contribuyan a la riqueza país, sino que hablamos de empresas que, por sus escasos recursos, presentan una mayor vulnerabilidad. Por ello, contar con un tejido productivo tan sobrerrepresentado por pymes es un problema que deberíamos corregir. Si no diversificamos esos riesgos la economía española está condenada a esta situación en cada crisis que se suceda.
La proporción de pymes que muestra España, en contraste con la media de la UE y Alemania, se encuentra en un nivel muy similar. Sin embargo, conviene aclarar que, cuando contrastamos el número de grandes empresas que muestran tanto España como Alemania, el país germano triplica en número de grandes empresas al país peninsular.
Por otro lado, contrastando la evolución de la población empresarial en España por tipo de empresas se observa como entre 2007 y 2018 se redujo en 215 el número de grandes empresas, mientras que se destruyeron 90.000 pymes. Esto, sumado a que el 99% de las empresas destruidas durante esta crisis también son pymes, confirma la hipótesis planteada.
De la misma forma, conviene resaltar el impacto que tiene todo esto sobre el empleo. Pues si observamos la variación porcentual acumulada del empleo durante el mismo período, observamos que mientras las grandes empresas han experimentado una variación del empleo del -0,1%, las pequeñas y medianas empresas, por su parte, recogen una variación negativa del -31,5% y -24,6%, respectivamente. Algo similar a lo que ha ocurrido durante esta crisis, donde también se observa que, como en las pasadas, cuatro de cada cinco empleos que se han destruido, han sido destruidos por pymes.
Y es que debemos recordar que hablamos de un grupo de empresas que soportan cerca del 77% del empleo en el país, mientras que, en la media de la UE, esta cifra no supera el 66%.
Asimismo, a esto debemos añadir algunos aspectos destacables como es la evolución de la productividad en el país. En este sentido, cabe destacar que, en el análisis que hemos realizado, se observa que las grandes y medianas empresas españolas son más productivas que, incluso, las empresas europeas. Solo las pymes muestran esa inferioridad en materia de productividad respecto a Europa. Por esta razón, de contar con un tejido productivo con más empresas grandes, la productividad se incrementaría sustancialmente, de la misma forma que lo haría la competitividad, así como otras variables.
De la misma forma, conviene resaltar otros beneficios que, además de los expuestos, tienen un impacto importante en la economía. Es el caso de la propia recaudación fiscal del Estado, que también se vería beneficiada de contar con un mayor número de empresas. Todo ello, en adición a la mejora que supondría dicha situación para los ciudadanos, al observarse que estas empresas grandes también pagan mejores salarios; así como otros escenarios que, como el de la inversión en I+D, donde España se queda a la cola de Europa por la escasa capacidad del sector público para invertir, podrían verse muy reforzados, permitiendo esa convergencia tan necesaria con nuestros socios europeos.