Si el empleo autónomo tiene alguna ventaja con respecto al empleo por cuenta ajena, las condiciones de la jubilación no son una de ellas. Por lo menos, es lo que parece opinar la gran mayoría de los trabajadores por cuenta propia. El 80% de ellos señala la jubilación como la preocupación más acuciante, superada solo por la pérdida de clientes, según el último estudio sobre hábitos de ahorro elaborado por el Instituto Santalucía, la plataforma de investigación de la empresa de seguros del mismo nombre.
La inquietud que genera el déficit del sistema de pensiones —un agujero que se alargó hasta alcanzar los 18.800 millones de euros el año pasado y que, por las proyecciones demográficas actuales, no tiene visos de estrecharse a largo plazo— ha aumentado año tras año en todos los colectivos, destacan en Santalucía. Según el director del instituto, José Manuel Jiménez, sin embargo, “esta preocupación se hace especialmente notable en el caso de los trabajadores autónomos, ya que su pensión media de jubilación es un 41,3% inferior a la del régimen general”. Como atestiguan los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, un jubilado que haya sido asalariado recibe de media 1.215 euros, frente a los 713 euros de los antiguos trabajadores por cuenta propia.
Estancamiento del nivel de vida
Lo que parece claro, según Javier Santacruz, investigador de la Fundación de Estudios Financieros, es que las tasas de sustitución de asalariados y autónomos —respectivamente, el porcentaje del último sueldo que cobra del sistema público cuando se jubila, y el porcentaje que supone la pensión sobre los últimos ingresos netos declarados en el IRPF— acortarán distancia. Y no será porque la de los trabajadores por cuenta propia aumente, sino porque la de los empleados por cuenta ajena, que está ahora en el 80%, irá bajando hasta el 51% en 2050, por efecto de una contracción de las bases de cotización.
Estas “se reducirán sensiblemente en el régimen general”, prevé Santacruz, “mientras que en el caso de los autónomos es difícil que disminuyan más, porque el 86% de ellos cotizan por la mínima y hasta el momento nunca la Seguridad Social ha reducido una base establecida, sino que siempre se ha actualizado al alza”. El resultado, para este investigador, será “un estancamiento del nivel de vida de los autónomos, en el mejor de los casos, y un deterioro, en el peor”.
¿Retirarse más tarde?
Unas consecuencias que los directos interesados anticipan: al 92% de ellos les causa desasosiego que sus pensiones puedan ser más bajas en el futuro, y al 89,5% les preocupa perder calidad de vida una vez se jubilen, siempre según el informe del Instituto Santalucía. Una proporción muy alta de trabajadores por cuenta propia —casi el 80%— asume, además, que tendrá que retirarse más tarde que los asalariados. Algo que, de hecho, ya ocurre, puesto que la edad real de jubilación en el régimen de autónomos es de 65 años y 9 meses, y en el general es de 63 años y 8 meses, como muestran los datos que maneja la Asociación de Trabajadores Autónomos.
¿La posibilidad de percibir una pensión en condiciones comparables con las de los trabajadores por cuenta ajena pasa entonces por un alargamiento de la vida laboral? “No es una solución en sí”, contesta Santacruz, ya que, “de seguir el actual sistema de reparto en el contexto de aumento de la edad media de la población, a retirarse más tarde se verán abocados tanto los autónomos como los trabajadores del régimen general”. Y para Antonio Gallardo, experto en finanzas del comparador bancario iAhorro, “retirarse más tarde o compatibilizar trabajo con pensión no deja de ser un remedio muy a corto plazo para tener más ingresos y cotizar algo más, pero el resultado sobre la pensión es mínimo, no se mejora enormemente”.
¿Subir la base de cotización?
Este experto aboga más bien por una mayor flexibilización del sistema. “El autónomo debería poder elevar temporalmente su base de cotización cuando sus ingresos lo permitan, y reducirla cuando no los tenga, para luego elegir principalmente entre los años de buenas cotizaciones para su pensión”, explica. Y añade: “Los gastos del autónomo se tienen que amoldar a unos ingresos muchas veces cambiantes, si no, cotizará por la mínima o dejará de hacerlo y abandonará la actividad, ante la imposibilidad de hacer frente a sus cuotas sociales”.
Por lo menos de momento, en el sistema actual, “el autónomo tiende a elevar la cotización cuando se acerca la edad de la jubilación”, dice. Si, por ejemplo, tiene una cotización muy baja y la sube cuando le quedan solo cinco años para jubilarse, el esfuerzo que haga tendrá un impacto pequeño con respecto a lo que pague, ya que para calcular la pensión se tiene en cuenta la cotización de los últimos 21 años. “Lo mejor sería intentar ir subiendo cuanto antes, en la medida de lo posible, después de haber simulado cómo revertirá cada euro que cotice de más”, sugiere Gallardo.
Por lo contrario, Santacruz cree que esta tampoco sería una solución, puesto que eventuales cambios retroactivos en el sistema podrían perjudicar aun más al conjunto de los trabajadores hoy en activo para favorecer a los que hoy están cobrando su pensión.
¿Planes de pensiones…?
Frente a ello, Santacruz no tiene duda: “Se trata de mantener una aportaciónconstante al sistema público, combinada con un modelo que diversifique el riesgo de longevidad con cobertura de salud, dependencia y pensión”, sostiene. O, dicho de otra manera, “un autónomo que tiene cuota fija de Seguridad Social con unos ingresos fluctuantes, tiene que realizar una gestión muy activa de su gasto para llegar a fin de mes y destinar lo que le quede a un plan complementario de ahorro”.
El Gobierno aprobó este mes la medida por la que quienes hagan aportaciones a planes privados de pensiones puedan rescatarlos, si así lo desean, transcurridos 10 años desde el ingreso realizado. De esta forma, a partir de 2025 se podrán retirar los importes relativos a las aportaciones realizadas antes de 2015, y así seguidamente. Asimismo, el Ejecutivo estableció una reducción de las comisiones, que bajan del 1,75% a una media del 1,45%. Una decisión que va en el sentido correcto, según Gallardo, para quien el hecho de saber que, en el caso de tener algún problema y si ha pasado una década, el plan se puede rescatar, es una garantía importante.
“No quita que, para fomentar aun más este tipo de ahorro, se debería permitir al autónomo rescatar de forma anticipada el plan de pensiones en caso de cese de actividad, por motivos económicos, técnicos o productivos”, añade.
¿… o de ahorro?
Por cómo está estructurado actualmente el sistema privado de pensiones desde el punto de vista legislativo, Santacruz cree que “hay otras formas de ahorro menos penalizadas fiscalmente en el momento de disfrutar de la pensión”. Al respecto, este investigador cita los fondos de inversión, una combinación deseguros de vida y ahorro o, “para aquél que disponga de tiempo o de un buen asesor, la inversión directa en acciones y bonos”.
Dejando de un lado la cuestión de la rentabilidad de todos estos planes, lo que, sin embargo, parece faltar a los autónomos es, más bien, el mismo ahorro que eventualmente emplearían en ellos. Del informe del Instituto Santalucía se desprende que el 85,4% de estos trabajadores está preocupado por no poder complementar su pensión pública con ahorros, debido a motivos económicos. Una pescadilla que se muerde la cola.