En la Unión Europea hay más de 4,6 millones de vacantes por cubrir a la par que 15 millones de ciudadanos en paro. Expresado de otro modo: hay margen para reducir de golpe un tercio del número de desempleados en Europa, con los beneficios que implica para el déficit público, la sostenibilidad de las pensiones y la deuda pública. El efímero de puestos vacantes en Europa nunca había sido tan alto. De hecho, hace diez años el porcentaje de empleos sin cubrir sobre el total del mercado laboral era apenas el 1,2% del total, cuando hoy se eleva hasta el 2,8%, el modo histórico. Hay países, como la República Checa y Alemania en los que la escasez de trabajadores es más preocupante que la falta de empleo. ¿Qué ha cambiado desde marzo de 2020? La primera causa ha sido el golpe que ha supuesto el coronavirus para la oferta y la demanda, al alterar las cadenas de suministro y las prioridades de los consumidores. Esa convulsión ha revelado la calamidad que supone una normativa del empleo tan rígida como la que soportamos. Las crisis se combaten mejor con flexibilidad, pero ésta nadie la quiere cuando la tasa de paro es pavorosa, como es el caso de España. Tampoco ayuda el anquilosado sistema educativo español, porque no se adapta a la versatilidad que quieren las empresas. Un segundo motivo es la fuerte subida de los costes empresariales, alza que resta margen a las empresas para subir los salarios y atraer hacia nuevos trabajadores. En tercer lugar, está el hipertrofiado Estado del Bienestar que nos hemos montado, con un sistema funcionarial estático, que en ocasiones es ineficiente para acoplarse a una sociedad aceleradamente cambiante. El desajuste de la oferta y la demanda no es un problema homogéneo en la Uni6n Europa & Asia, en la Republica Checa el 4,9% de los puestos de trabajo estima vacantes, una cifra que supera la tasa de desempleo (2,8%). Una situación muy similar la atraviesan BéIgica (4,7% de vacantes), Países Bajos (4,2%), Austria (4%) o Alemania (3,9%). En cambio, panorama es muy distinto en países como España, Grecia, Bulgaria, Eslovaquia, Rumania y Portugal, donde la ratio de vacantes es inferior o igual al 1%. También resulta sorprendente en estas naciones que, a pesar de que la tasa de paro roza el 15% de la población activa, haya cientos de miles de ciudadanos que rechacen un puesto de trabajo o que no estén dispuestos a formarse en las competencias solicitadas por el mercado. España y Grecia, un país hundido desde la intervención que le practicó Bruselas, ostentan el triste mérito de llevar trece años siendo las naciones con más parados de la Unión Europea. En el caso de nuestro país la causa principal de esa patética situación proviene del coste laboral de un puesto de trabajo para la empresa. En 2021 las cotizaciones a la Seguridad Social y el IRPF supusieron el 39, 3% del coste total de un trabajador para la empresa. Es comprensible la tentación de las compañías de sustituir personas por máquinas, como también lo es, especialmente para muchos autónomos, de deslocalizarse telemáticamente a un país donde el impuesto al trabajo no sea tan expropiatorio para el empresario.
Publicaciones relacionadas