Parece que el Gobierno está muy enfadado con el Banco de España porque no aplaude, como en su opinión debería hacer, sus reformas económicas. Ahora pretende que el Banco reconozca sus “errores” y que lamente haber creado una “alarma inconsistente” y lanzado “malos augurios” en relación con los efectos negativos que puede tener para la economía española la fuerte subida que experimentó el salario mínimo a principio del año actual.
La situación es bastante esperpéntica, la verdad. El problema no es solo que resulte lamentable que un Gobierno adopte tal actitud con el banco central de su país. A esto hay que añadir que lo que dijo el Banco de España es algo muy sensato, y que el hecho de que la reducción de la contratación de trabajadores de baja cualificación como consecuencia del aumento del salario mínimo no se haya manifestado en los primeros meses no es argumento para afirmar que la predicción estaba equivocada.
Y esto, al menos, por dos motivos. El primero, porque estos ajustes nunca son inmediatos, y menos aún cuando el empleo viene mostrando una tendencia clara al crecimiento desde hace bastante tiempo. Gracias a ella, la contratación puede mantenerse, o incluso aumentar, sin que la advertencia del Banco de España pierda sentido, entre otras cosas porque no sabemos cuánto más habría crecido el empleo si el salario mínimo no hubiera subido tanto. Pero lo más importante es que este tipo de medidas muestran sus efectos negativos especialmente cuando cambia la tendencia del ciclo y la economía deja de crear empleo.
En la fase expansiva los salarios tienden a crecer al margen de cuál sea la regulación legal que se aplique. Y en la recesiva, en cambio, tienden a reducirse. Como, en la práctica, la subida del salario mínimo es irreversible, hay que esperar que el ajuste en el subsector de empleados de más baja cualificación se realice vía cantidades, al no poder hacerlo vía precios. En otras palabras, con un salario mínimo más elevado, el ajuste del mercado se producirá en mayor grado por el lado del empleo, que es lo que, con toda la razón, dijo el Banco de España. Es cuestión de tiempo… le guste o no al Gobierno.