Es bien conocido: siguen sobrando muchos trabajadores en España. El número de parados continúa siendo muy alto. Se trata de 5,5 millones de personas que están buscando activamente empleo y no lo encuentran. Esta mala situación del mercado laboral tiene algunas consecuencias. Los datos publicados esta semana por el INE permiten analizar la situación actual de dos de ellas: la emigración y la reducción de los costes laborales.
La Estadística del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero publicada el miércoles confirma que se mantiene la tendencia de reducción del número de personas que viven en España. El 1 de enero de este año, más de dos millones de españoles (2.183.043) tenían fijada su residencia fuera de España. Un aumento del 6,1% respecto al año anterior (125.000 más). Se trata de personas que se registran como residentes en el Registro de Matrícula de la Oficina Consular del país correspondiente. A este número habría que sumar muchos otros españoles que también se van de España en busca de trabajo pero que no se inscriben en los consulados y que, por tanto, su cambio de residencia no ha sido comunicado al INE por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Esta emigración, que en su mayoría es población desempleada entre 25 y 45 años, puede tener efectos positivos sobre la economía española por varios motivos: 1º) está siendo una válvula de escape que permite disminuir las tensiones sociales y evita que la tasa de desempleo se sitúe en niveles astronómicos; 2º) ahorra gastos sociales como pueden ser los subsidios y las prestaciones por desempleo y, por tanto, ayuda a reducir el gasto público; 3º) evita que se deterioren más las condiciones laborales y salariales; 4º) es probable que la experiencia de estos emigrantes trabajando en el extranjero contribuya a mejorar su formación y que dentro de unos años vuelvan con una mayor dotación de capital humano; y 5º) los trabajadores españoles en el extranjero están enviando a sus familias en España parte de lo que ganan por su trabajo en forma de remesas, cada vez de mayor cuantía.
A estos ciudadanos de nacionalidad española habría que sumar la continua salida de extranjeros que desde el año 2009 se han ido yendo de España a sus países de origen o a otros destinos más favorables para el empleo. Se trata de una reducción neta de 800.000 trabajadores extranjeros que, a lo largo de los cinco últimos años, han dejado de formar parte de la población activa del mercado laboral español. En definitiva, España es un país de emigrantes y no parece que vaya a dejar de serlo en un futuro próximo.
LA CAÍDA DE LOS SALARIOS
A pesar de toda esta emigración, el número de parados sigue siendo muy alto; es una de las razones por las que se mantiene la moderación salarial. Efectivamente, el INE también informó esta semana de que en el cuarto trimestre del año pasado el coste laboral por trabajador, corregido por efectos de calendario y desestacionalizado, se redujo un 0,2% en tasa trimestral, con lo que se encadenan cinco trimestres consecutivos de descensos. Una caída que es superior a la del tercer trimestre (que fue del 0,1%). Por fortuna, como también caen los precios de los bienes de consumo los asalariados no pierden poder adquisitivo. Ello se debe a que en el último año los salarios por hora se han reducido menos que los precios de consumo. También, el Índice de Precios del Sector Servicios, publicado esta semana por el INE, refleja esta caída de precios en España: en el cuarto trimestre del año pasado la variación fue de un -0,3% anual.
No se debe olvidar que esta reducción de los precios de los bienes y servicios también está disminuyendo los costes de producción lo que está permitiendo aumentar la competitividad de las exportaciones españolas. Nuestros productos son cada vez más baratos que los importados. Gracias a esos ajustes de costes y de precios la economía española se está recuperando: el PIB crece hoy a ritmos del 3% anual, se crea empleo (440.000 puestos de trabajo nuevos en 2014), el consumo aumenta con fuerza y la inversión en bienes de equipo está disparada.
AUMENTA LA INVERSIÓN
Aunque pueda parecer paradójico, tanto la emigración como la moderación salarial están mejorando la situación del empleo y afianzando la confianza de los empresarios españoles y extranjeros en nuestra economía. Una prueba de ello es que, según el INE en el año 2014 la inversión en bienes de equipo aumentó un 12% con respecto al año 2013. Un dato muy relevante que señala las buenas perspectivas económicas que tienen los empresarios en un mayor crecimiento futuro de la economía española.
También es muy significativo el aumento de la inversión productiva extranjera en España. Ayer, el Ministerio de Economía informó que en 2014 la inversión productiva extranjera en España aumentó un 10% con respecto a 2013. Una señal más de que los ajustes realizados durante los últimos años están sirviendo para que aumente la confianza del capital extranjero en nuestra economía lo que también está ayudando a generar más crecimiento económico y empleo.
Junto a estos fuertes aumentos de la inversión se están produciendo también aumentos importantes en el consumo. O lo que es lo mismo la demanda interna de consumo e inversión comienza a crecer con fuerza, tanto que podría llegar a provocar el típico desequilibrio exterior de la economía española que se genera en las fases expansivas del ciclo. Afortunadamente, la caída del precio del petróleo está reduciendo la factura de las compras de crudo en el exterior; a la vez que la depreciación del euro encarece y reduce las importaciones procedentes de fuera del área del euro. A ello se une que durante la crisis nuestros empresarios han hecho un esfuerzo muy importante por exportar y sustituir las importaciones por producción nacional.
Los datos del Ministerio de Economía y Competitividad publicados ayer constatan que en el mes de enero y en tasa anual las importaciones de bienes disminuyeron (-3,6 %) y como consecuencia el déficit de la balanza de mercancías se redujo en un 8% también en tasa anual. Lo que está contribuyendo a que, por ahora, el saldo exterior no haya cambiado de signo: seguimos teniendo un superávit en la cuenta corriente.
Así, las cosas, el crecimiento futuro debe seguir basándose en la demanda interna pero también en una exportación creciente. De ahí que el mayor crecimiento económico y del empleo junto con el equilibrio de nuestras cuentas con el exterior, lejos de llevarnos a la complacencia, debiera dirigirnos a mejorar nuestra estructura productiva y hacerla todavía más competitiva. Para lograrlo, es necesario seguir ajustando los costes, realizando más cambios en la legislación laboral, en el sistema de pensiones, en la competencia del sector servicios, en el tamaño de las Administraciones Públicas, en el sector de la energía, en el sistema tributario, en el sistema científico y tecnológico y en la formación profesional.
Si seguimos en ese camino, que es el de las reformas, la situación económica de España seguirá mejorando y el nivel de empleo aumentando. Entonces sí que podríamos convertirnos en un ejemplo de cómo una economía que desgraciadamente tuvo que sufrir una crisis muy profunda, gracias a las reformas pudo salir del hoyo y consolidar una recuperación del crecimiento económico y del empleo duradero a largo plazo.