Ayer el INE publicó que la tasa de paro en 2015 de los trabajadores con formación elemental se situó en un 28,2%, más de seis puntos por encima de la media general. Asimismo, esta semana Eurostat informó de que, ese mismo año, España fue el segundo país de la Unión Europea con más paro de larga duración (más de un año sin trabajo), con una tasa del 11,4%, muy alejada del 1,7% que tenía antes de la crisis. Sólo Grecia presenta una más elevada, con un 18,2%. Son señales de que una buena parte de la población desempleada necesita aumentar su nivel de formación.
Sin embargo, desde 2014, y con mucha más intensidad en 2015, el contexto económico español se ha caracterizado por un fuerte ritmo de crecimiento de la producción y del empleo. En lo que respecta al empleo, en esos dos años, la cifra de afiliaciones a la Seguridad Social ha crecido en casi un millón de personas, mientras que la EPA refleja, en los últimos ocho trimestres, un aumento de 1,1 millones de ocupados.
Las cifras del mercado de trabajo reflejan, así pues, una notable mejoría. Pero todavía nos encontramos muy lejos de recuperar los niveles de empleo previos a la crisis: aún estamos en una tasa de paro del 21%, cuando en 2007 era del 8%; también de los niveles salariales, puesto que desde 2007 hasta ahora se ha producido una ligera reducción de los sueldos reales.
Si la evolución positiva descrita convive con altas cifras de paro de larga duración es porque hay demasiados desempleados con grandes dificultades para adaptarse a las necesidades de las empresas. De ahí que la formación de los trabajadores debería ir más orientada hacia la nueva estructura del sistema productivo español, en aras de conseguir una mayor empleabilidad.
Escasez de talento
En este contexto, el mercado de trabajo todavía tiene un amplio recorrido de mejora. Uno de ellos es el rebrote del paro de larga duración, cuya causa principal es la ‘escasez de talento’. Hay muchos desempleados que carecen del perfil profesional que en estos momentos demandan las empresas. Y hay muchos empresarios en España que declaran no encontrar a los profesionales adecuados para cubrir las necesidades laborales de sus compañías. Y éste es un fenómeno estructural que se intensificará en los próximos años.
Las empresas que se enfrentan a este déficit de talento adoptan distintas estrategias para dar a conocer sus necesidades laborales y poder contratar a los trabajadores que necesitan. Una de ellas es la de Employer Branding. Bajo esta denominación se engloban aquellas herramientas que las empresas utilizan para mejorar su atractivo y posicionamiento como buenos empleadores.
Precisamente esta semana se ha presentado en Madrid el informe anual elaborado por Randstad (Employer Branding: cuando la percepción se convierte en realidad). Este estudio, realizado a partir de más de 200 mil encuestas en 25 países, ha contado en el caso español con más de 10 mil personas consultadas, que han valorado el atractivo como empleadores de multitud de compañías españolas.
Aumento de los salarios
No resulta una sorpresa que el salario sea el factor más valorado a la hora de elegir una empresa en la que trabajar. El 63% de los encuestados lo señalan dentro de los cinco criterios que consideran más importantes. En segundo lugar se sitúa la seguridad laboral a largo plazo, con un 56% de encuestados para los que es una prioridad. Resulta curioso observar que, mientras que el criterio salario ha mejorado respecto a la encuesta del año pasado, la seguridad a largo plazo pierde relevancia por segundo año consecutivo.
La lectura que puede hacerse de dicha evolución dispar puede ser indicio, de manera cualitativa, de que la población activa española está percibiendo la recuperación del mercado laboral, puesto que, durante los años de crisis (cuando las tasas de paro llegaron a rozar el 27%) el mayor temor de los trabajadores era perder el empleo.
En definitiva, podríamos estar ante un indicador más de una moderada recuperación de la confianza de los españoles en la economía. El salario vuelve a ser el factor más relevante y valorado –como era habitual en los años previos a la crisis- y pierden atractivo aquellos factores vinculados a la estabilidad y permanencia en la empresa. Desde 2013, factores como la seguridad laboral y la importancia de la salud financiera de la empresa han perdido 7 y 16 puntos, respectivamente.
La conciliación del trabajo
Además del salario y de la seguridad laboral, los tres elementos que completan el quinteto de factores más valorados por los españoles fueron un ambiente agradable de trabajo –el 49% lo incluyó entre los más importantes de un empleador-, las perspectivas de futuro –con un 47%- y las posibilidades de poder conciliar la vida privada con el trabajo –un 45%-.
La conciliación merece una reflexión aparte ya que es muy destacable el que, pese a no encabezar la lista, haya sido considerada como el atributo más importante por el 10% de los encuestados. Se pone de manifiesto que hay una proporción de profesionales –extrapolando dicho porcentaje a la dimensión del mercado de trabajo español estaríamos hablando de más de 2 millones de empleados en activo- cuya aproximación al mercado laboral viene totalmente condicionada por tener la posibilidad de compaginar su actividad profesional con la vida personal. Además, la conciliación (junto con el ambiente agradable y la flexibilidad en el trabajo) es el único factor en el que se dan diferencias muy significativas entre hombres y mujeres.
Necesidad de la formación
Las mayores diferencias, respecto a los factores más valorados por los trabajadores, se ponen de relieve cuando se segmenta a los encuestados por niveles de estudios. En general, los trabajadores con menos formación no ven como más atractivas a las empresas que les dan mayores posibilidades de formarse, sino a aquellas que les ofrecen empleos más seguros. Con tal de asegurarse la estabilidad, dichos trabajadores son los que más dispuestos se hallan a renunciar a un ‘trabajo interesante’, atributo hacia el que, por el contrario, los trabajadores con mayores cualificaciones muestran una predisposición muy clara. Eso sí, independientemente del nivel formativo del trabajador, el salario figura en todos los casos como el factor más valorado.
En definitiva, el cambio tecnológico está volviendo más exigentes a las empresas en cuanto a la necesidad de una mayor formación de sus empleados. Los trabajadores, por su parte, ante la recuperación económica y laboral demandan más en materia de retribución. En este sentido, las empresas que sepan ofrecer a los trabajadores un salario atractivo con una buena combinación de seguridad en el puesto de trabajo, un ambiente agradable, una carrera de futuro y posibilidades de conciliar la vida laboral y familiar tendrán mayores posibilidades de afrontar con éxito la crisis de talento que se avecina en el mercado laboral español.