España encabeza por primera vez el Índice de Competitividad Turística (http://goo.gl/YTh2s9), elaborado por el World Economic Forum. Nuestro país ha desbancado a Suiza, Alemania y Austria como destino preferido, saltando del cuarto al primer puesto. El oro se ha logrado gracias al liderazgo en recursos culturales y a la cuarta plaza en infraestructuras y disponibilidad on line de información turística. No obstante, existen otros indicadores, de entre los más de 90 tenidos en cuenta por este análisis, que muestran muchos deberes por hacer: la competitividad en precios relega a España hasta la posición 105 y el entorno empresarial la sitúa en la 100.
Aunque el turismo, gracias en parte a la herencia cultural, pueda seguir siendo un motor de crecimiento para la economía espa- ñola, nuestra posición se verá amenazada a largo plazo por un sistema fiscal que perjudica las inversiones y a los trabajadores, y también por la rigidez del mercado laboral. Al fin y al cabo, las áreas mencionadas son señaladas como deficitarias por todos los estudios que tienen en cuenta estas variables, como el recientemente publicado por Civismo, Índice de Libertad Económica 2015 (http://goo.gl/ct96ej), que clasifica las CCAA según su grado de intervencionismo público.
El Top 10 de este Índice de Competitividad Turística que lidera España está formado por destinos tradicionales como Francia, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Italia, Japón o Canadá. Puede verse que las economías avanzadas todavía ocupan la parte alta de la clasificación. Sin embargo, la irrupción de México, China, Malasia y Brasil en el Top 30 ilustra que no hace falta ser rico para convertirse en un paraíso para viajeros. La libertad puede ser la mejor de las playas. La inseguridad física o sanitaria, por el contrario, ahuyentarían incluso al trotamundos más conformista.