El hundimiento de Wall Street
11 de julio de 2016
Por admin

Pocos acontecimientos de la historia económica ofrecen una imagen tan dramática como el gran crash de la Bolsa de Nueva York del año 1929. Todo el mundo ha visto fotos de inversores desesperados intentando vender sus acciones, de millonarios que, en cuestión de días, pasaron de la riqueza a la miseria, de financieros lanzándose por la ventana al ver derrumbarse el mundo en el que habían vivido y prosperado durante años. Algunos llegaron a pensar que la crisis significaba el final del sistema capitalista y que nada volvería a ser igual. Evidentemente se equivocaron. Con el tiempo volvió el optimismo y la economía de mercado sobrevivió. Pero los efectos de la crisis de la bolsa fueron muy graves.

Como también ha sucedido en otras ocasiones, la crisis financiera se produjo tras un período de gran prosperidad. En la década de 1920 los Estados Unidos eran, sin duda alguna, la nación más poderosa del mundo. Frente a los problemas que estaban experimentado, por motivos diferentes, las grandes potencias europeas, como Gran Bretaña, Francia, Alemania o Rusia, en América se vivía una época de expansión económica y optimismo. La producción de acero y automóviles, la construcción de edificios y el comercio prosperaban. Y la convicción generalizada de que la prosperidad estaba garantizada se extendió al mercado financiero. Gente de todas las clases sociales empezó a comprar de forma masiva en acciones de bolsa, actividad hasta entonces limitada a un grupo relativamente reducido de personas.

Las cotizaciones subieron; y la ratio precio/ingresos de las compañías cotizadas llegó a superar el valor 32 en septiembre de 1929. Y, en el momento de producirse la gran crisis, las acciones valían, en promedio, diez veces más que en 1920. Mucha gente había financiado sus inversiones en bolsa con préstamos, lo que dejaba a estas personas en una posición muy vulnerable, en el caso de una caída de las cotizaciones. Y, cuando ésta tuvo lugar de una forma muy acusada, se produjo el desastre. En los últimos días del mes de octubre de 1929 la burbuja especulativa pinchó. El día 24, el jueves negro, Wall Street cayó un 11%; el limes 28, un nuevo 13%. Y el día 29, el famoso martes negro, un 12 % más; y muchas acciones ni siquiera pudieron fijar precios por no encontrar a nadie dispuesto a comprar.

Los economistas y los historiadores se han preguntado cómo fue posible que las cosas llegaran tan lejos y los inversores no fueran capaces de ver que las cotizaciones habían subido muy por encima de cualquier cifra razonable. Pero lo cierto es que no El ‘crash’ de 1929 dejó imágenes dramáticas en el entorno de la Bolsa de Nueva York. sólo la opinión pública se inclinaba de una forma niuv clara por la idea de que la prosperidad no se veía amenazada. El economista más importante de la época, irving Fisher, estaba tan convencido de ello que se arruinó completamente. E incluso después del hundimiento de la bolsa, siguió anunciando una pronta recuperación del mercado de valores, que, ciertamente, tardaría mucho en llegar.

Tampoco está claro cuál fue la influencia real de la crisis de la bolsa en la gran depresión que asoló al país en la década siguiente. Pero de esto hablaremos en el próximo artículo. 

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