El pasado lunes tuvo lugar en Madrid el Free Market Road Show 2013, evento organizado por el Austrian Economics Center y el think tank Civismo. El objetivo del encuentro era reunir a una veintena de expertos para hablar sobre el futuro de la Unión Europea en clave política y económica.
Barbara Kolm, directora del Austrian Economics Center, explicó que el euro es un proyecto asimétrico y arriesgado, «pues intenta agrupar economías de diferentes niveles de productividad». Kolm destacó, además, que el gasto público en Europa debe ser recortado, ya que «un gobierno más grande derivará en problemas más grandes». Y defendió la bajada de impuestos: «Si subimos los impuestos, no conseguiremos crecimiento económico. El aumento de la carga fiscal nunca es una buena solución».
La ponente austriaca criticó también la deriva intervencionista de Europa, y destacó que su principal temor es que Francia continúe su deriva socialista. En este sentido, advirtió que la tendencia en la UE de «armonizar a la baja, al nivel de Grecia», hace que Europa, en su conjunto, no tenga el suficiente nivel como para competir con otros países más potentes, como es el caso de EEUU. De ahí que, en su opinión, «el proyecto del euro no va a funcionar porque Europa, por fortuna, es muy diversa».
Por su parte, Enrico Colombatto, director del Center for Economic Research en Turín, explicó que «la mala regulación de los diferentes países europeos ha alimentado importantes errores de inversión». En España, el caso de la burbuja inmobiliaria es «un buen ejemplo». El experto italiano también se refirió a las garantías estatales como «otra mala regulación que ha aumentado el endeudamiento público y privado a lo largo de los últimos treinta años». Asimismo, advirtió de que los bancos centrales se han dedicado a imprimir dinero para combatir la crisis, «pero el crédito no ha llegado a la economía, sino que ha alimentado un crecimiento irracional de los índices bursátiles».
En cualquier caso, Colombatto quiso acabar con una reflexión optimista y subrayó que la crisis sigue siendo una buena oportunidad para «relanzar la economía a base de desregular. España e Italia hemos sido muy imaginativos a la hora de hacer todo lo contrario. ¿Qué tal si cambiamos de rumbo y dejamos de estrangular el mercado y ahuyentar a los inversores?», añadió.
En este sentido, el italiano Lorenzo Montanari (Americans for Tax Reform) tomó la palabra a continuación para referirse al acuerdo comercial UE-EEUU como una «buena oportunidad para relanzar la economía en tiempos de crisis. Integrar los mercados de EEUU y la Unión Europea significaría unir dos grandes bloques económicos, y esto ayudaría a generar empleo y aumentar la inversión».
Exceso de regulación
Por su parte, Alexandre Pierron Darbone, consejero delegado de la empresa biotecnológica Planasa, tituló su charla «tribulaciones de un empresario indefenso ante tantas regulaciones… O por qué no nos dejan en paz». El directivo destacó que «todos los días tiene que lidiar con muchas normas inútiles», pero lamentó que «parece que la batalla por la desregulación no es muy popular entre la gente. Se tiende a pensar que la solución a cualquier problema es añadir más regulación. Lo normal es que, de entrada, se considere que cualquier tipo de norma tiene sentido».
El CEO, sin embargo, se quejó de que nadie vele por evitar «los excesos regulatorios», y se quejó de que las actividades Innovación y Desarrollo estén ligadas a lo que el legislador considera estratégico: «Lo vemos con las subvenciones y los fondos europeos, que solamente se conceden a aquellos proyectos que cuentan con el beneplácito de los políticos». Por todo ello, pidió «menos y mejores normas. De lo contrario, tendremos más burócratas dedicados a la agricultura que agricultores…».
El Director del Instituto de Estudios de Económicos, Joaquín Trigo, reclamó la necesidad de un «Estado sólido, pero pequeño», y se quejó de que «públicamente, sin reparo alguno, los políticos se jactan de intervenir la economía y de aumentar el gasto». Refiriéndose al exceso regulatorio de Bruselas, Trigo comentó que las normativas comunitarias llegan al ridículo de exigir que las granjas de cerdos tengan juguetes para los animales…»
Por su parte, la empresaria estadounidense Brenda Pejovich reivindicó la importancia de la competencia tributaria entre diferentes jurisdicciones. Para hacerlo, comparó el desempeño económico de California y Texas, dos estados de gran tamaño, con abundantes recursos naturales y con gran diversidad étnica. Según Pejovich, «la diferencia entre Texas y California es su forma de gobierno. En la primera década del siglo XXI, dos millones de personas dejaron California,y Texas fue el principal destino de estos movimientos migratorios. Hoy, Texas es la capital de las grandes empresas, principalmente, porque el gasto estatal es un 40% menor que en California».
El intervencionismo económico en California se ha expresado, por ejemplo, mediante las restricciones impuestas en el ámbito de la energía. «El coste de la electricidad en Texas es mucho menor como resultado de esta divergencia», señaló la empresaria texana. «En cuanto a la pobreza y el bienestar, California tiene dos veces más gente cobrando fondos y subsidios dedicados a combatir la pobreza. La tasa de pobreza en California es del 23,5% mientras que en Texas apenas alcanza el 16,5%», señaló.
Eliminación del salario mínimo
Ignacio Arellano, de la consultora de Recursos Humanos CEGOS, centró su charla en la necesidad de acabar con el paro a base de implementar soluciones de mercado. Para comenzar, explicó que su equipo se había reunido recientemente con un gobierno autonómico que, de la noche a la mañana, pretendía convertir a cuarenta funcionarios en «asesores de emprendimiento». Según Arellano, «cuarenta años de trabajo en una empresa de Recursos Humanos me han servido para entender que para crear empleo lo mejor que pueden hacer los gobiernos es hacer menos de lo que hacen hoy en día. Por ejemplo, retirando subsidios y gastos inútiles serviría para que los empresarios pudiesen volver a contratar».
Refiriéndose al paro juvenil, explicó que el Salario Mínimo es el mayor enemigo de los trabajadores de edades más tempranas. «Allí donde hay salario mínimo vemos que el paro juvenil es mucho mayor que en los países que no han introducido este tipo de regulaciones», afirmó. Además, explicó que «gastar mucho en educación no implica conseguir luego un trabajo bien remunerado, ya que los títulos universitarios no siempre se ajustan a las necesidades del mercado laboral».
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