Aunque no esté presente de forma explícita en la mayoría de modelos económicos, el agua es uno de los factores productivos más importantes de la economía. Tres cuartas partes del planeta están cubiertas por el líquido elemento, pero sólo el 3% del agua dulce resulta apta para consumo humano, animal y vegetal.
Por tanto, es clave para el progreso económico y, especialmente, para la agricultura. La instalación de riego triplica el valor de una hectárea de tierra y quintuplica la producción de alimentos, en comparación con la de una hectá- rea sin irrigación o de secano. Si a ello se añade la presión demográfica (habrá más de 10.000 millones de habitantes en 2050), el agua se convierte en un factor imprescindible de desarrollo.
Tomando los últimos datos publicados por el INE, el consumo de agua en España realizado por los hogares se incrementó en 2014 un 1,5% respecto a 2013, siendo el único sector que aumentó, frente a caídas en el consumo de empresas y servicios municipales. Además, fue el que más peso tuvo, con un 70% del total. De media, cada hogar gastó ese año 132 litros de agua al día, mientras que su uso para riego de explotaciones agrícolas se disparó un 4,1% interanual.
Los hogares que más agua emplean diariamente son los de Castilla y León, con 166 litros, seguidos muy de cerca por Valencia, con 162, Cantabria (152) y Canarias (144). En el lado opuesto se sitúan La Rioja (106) y Navarra (111). Cercanas a la media nacional están Madrid, Murcia o Cataluña.
A la luz de la distribución regional del consumo de agua, sorprende ver que, allí donde ésta es más cara, se consume más, y a la inversa. Son excepciones Cataluña y Murcia, las más costosas por este concepto en España (2,75€/m3 y 2,73€/m3, respectivamente), y Castilla y León y Galicia, que disfrutan del agua de uso corriente más barata del país (0,95€/m3 y 1,11€/m3, respectivamente).
Una de las razones que justifican que las CC AA con un consumo doméstico por debajo de la media nacional tengan el metro cúbico de agua más caro es el volumen de reservas hídricas y la disponibilidad de captación de agua superficial o subterránea. Otro motivo es la eficiencia en el uso. Las capitales de provincia que cuentan con una gestión completamente privada son, a largo plazo, las que ofrecen un mejor suministro y a un precio más razonable. Sin embargo, allá donde se menoscaban los derechos de propiedad del agua, bien por colisión de concesiones público-privadas, bien por la denominada ‘remunicipalización’ de servicios públicos, los ciudadanos la reciben en peores condiciones.
En España se siguen perdiendo 651 hectómetros cúbicos de agua todos los años por roturas en las acequias, fugas en el suministro doméstico y averías. La intervención del sector público impide la creación de un mercado abierto y eficiente que garantice los derechos de propiedad sobre el agua. Esta inseguridad jurídica provoca que los usuarios no asuman su responsabilidad sobre un bien tan preciado y escaso.