Hace unos días, se publicó la noticia acerca de una cuantiosa donación, de 40 millones de euros, al Servicio Andaluz de Salud (SAS). Lo curioso es que su rápida difusión no se debió a la donación en sí, sino a su autor: Amancio Ortega. Unidas Podemos ha criticado fuertemente al hombre más rico de España, a cuenta de que Inditex, su empresa, ha sido acusada de evadir 600 millones de euros en impuestos, lo cual es falso. Basándose en ello, la diputada de la Asamblea de Madrid de este partido, Isabel Serra, sostiene que la Sanidad pública no puede aceptar esta donación de Amancio Ortega, por ser finalista, sino que se debe financiar con impuestos. Estos ataques llevan a formular la siguiente pregunta: ¿puede un acto de generosidad estar sujeto a crítica?
Para Unidas Podemos, la existencia de personas como Amancio Ortega representa un problema para la sociedad, por el mero hecho de que sean ricas. A la izquierda le desesperan porque, a su juicio, provocan desigualdades sociales. Por tanto, el ciudadano con un estatus económico superior a la media se convierte, automáticamente, en el enemigo.
Si se hablara de pobreza absoluta, ésta se condenaría tanto por la izquierda como por la derecha, pero la desigualdad social que censura la izquierda se trata de algo muy diferente. No le inflige mal a nadie. De hecho, genera todo lo contrario: gracias a compañías como Inditex, se han creado cientos de miles de puestos de trabajo.
La riqueza constituye la recompensa por alcanzar determinadas metas, fruto del esfuerzo del individuo. Alguien como Amancio Ortega aporta a la sociedad, tanto ejemplo como empleo, convirtiéndose en una pieza importante e, incluso, en un motor. No solo eso, sino que también paga los impuestos que le corresponden. Por lo tanto, la demonización de los millonarios por parte de la izquierda es incoherente. Antes bien, deberíamos estar orgullosos de Amancio Ortega por todos los méritos que ha alcanzado y el bien que hace a la sociedad.
Por otra parte, Unidas Podemos defiende que el dinero de los impuestos resulta preferible a las donaciones para sostener el sistema de Salud, y les parece indecente que un hospital público las acepte. Sin esta fuente alternativa, el Estado queda como la única institución que puede financiar, por ejemplo, la compra de nueva tecnología sanitaria, o el sueldo del personal. Esta responsabilidad que se carga el Estado a sus espaldas se sustenta con el dinero de los contribuyentes, lo cual se traduce en un aumento del gasto público. En cambio, si Amancio Ortega decide realizar una donación al sistema público, eso que se ahorra el Estado. Además, la iniciativa privada tiene la libertad de escoger adónde destina su dinero, lo cual incluye el sector público.
Uno podría argumentar que las personas a las que realmente afecta un incremento del gasto público son precisamente aquellas económicamente más pudientes, por lo que no están legitimadas a quejarse de una subida de impuestos: al tener más dinero, les es posible aportar más, y, por tanto, resulta injusto que no quieran colaborar con el sistema.
Todo el razonamiento de Unidas Podemos parte de la base de que, en una sociedad, hace falta redistribuir la riqueza. Ahora bien, esto no es eficiente. El Estado no puede ayudar a una persona a mejorar su nivel económico si no es por medio del perjuicio a otro que se encuentre por encima. En vez de ayudar al más rezagado a través de un trabajo que le impulse a un estatus económico más alto, se le auxilia con subvenciones, sostenidas por las rentas más altas. Como consecuencia, al verse éstas obligadas a dedicar más de la mitad de su riqueza a redistribución en vez de a creación de empleo, salen perjudicadas tanto ellas mismas como la sociedad en su conjunto.
La sociedad necesita ciudadanos que generen riqueza y empleo
Además, no hay que olvidar que, para hallarse en disposición de redistribuir, es necesario generar esa riqueza antes. Si Amancio Ortega no existiera, con él desaparecerían cientos de miles de puestos de trabajo, y todo el dinero que aporta al Estado a través de impuestos. Por lo tanto, no representa un adversario al que destruir, sino el perfecto aliado para la pervivencia del Estado, pese al ineficiente sistema de redistribución que tanto promueve. Una sociedad precisa de ciudadanos que generen empleo y riqueza, porque ésta no se trata de un regalo, sino de un fruto.
Diseccionada la crítica de Unidas Podemos a la donación de un millonario y lo que ésta significa, ¿debería estar mal visto un acto de generosidad? Quizá lo que más subleva al partido morado es que, respecto al total de su patrimonio, una donación de este calibre apenas le supone a Amancio Ortega un esfuerzo. Pero eso no quiere decir que sea insignificante. De hecho, los empleados del hospital se sintieron muy agradecidos por este gesto.
En definitiva, y volviendo a la pregunta que formulábamos, una persona que actúa de manera desinteresada con los demás no debería estar sujeta a crítica. Además, esta muestra de generosidad constituye la máxima expresión del ejercicio de libertad individual: Amancio Ortega, porque lo desea, dona 300 millones de euros a la Sanidad pública. El dinero privado se dedica a lo que su poseedor decida. Y al césar, lo que es del césar.