El coronavirus ha cercenado derechos que creíamos ya inviolables. La sensación de secuestro de nuestra libertad individual, provocada, de un lado, por el confinamiento domiciliario y, de otro, por la intervención brutal de la economía, ha puesto en el candelero la nostalgia por volver a ser, al menos, tan libres como hace 40 días. Precisamente, a este anhelo se refiere el Índice de Libertad Económica en el mundo, cuya 26 edición acaba de publicar Heritage Foundation. Para elaborar el ranking, ponen en juego cuatro variables: (a) el estado de derecho; (b) el tamaño del Gobierno. ; (c) la eficiencia de la regulación, y (d) la apertura al mercado internacional.
El Índice de 2020 vuelve a confirmar cinco convicciones sobre la libertad económica: (1) su importancia de cara a hacer posible un crecimiento estable, que promueva un progreso social sostenible; (2) los habitantes de los países que más gozan de ella tienen unos salarios que doblan el promedio mundial; (3) gracias a ella, el PIB se ha duplicado, lo que ha conseguido sacar a mucha gente de la pobreza; (4) los ciudadanos de las sociedades que más la disfrutan viven más años, disfrutan de mejor salud y de “bienes sociales” de mayor calidad, como la educación, y que tengan recursos para administrar mejor el medio ambiente, y (5) también está asociada con una gobernanza democrática más eficiente y un estado de derecho más sólido. Estas afirmaciones se apoyan en la alta correlación entre la puntuación obtenida en el Índice y el PIB per cápita de los diferentes países.
Las siete naciones que reciben la calificación de “libres” son Singapur (89,4 puntos), Hong Kong (89,1), Nueva Zelanda (84,1), Australia (82,6), Suiza (82,0) e Irlanda (80,9). Entre las 31 consideradas “bastante libres” están Reino Unido (79,3), Dinamarca (78,3), Canadá (78,2), Países Bajos (77,0), Estados Unidos (76,6), Finlandia (75,7), Suecia (74,9), República Checa (74,8), Corea del Sur (74,0), Israel (74,0), Alemania (73,5), Noruega (73,4) y Austria (73,3). Entre las “moderadamente libres” figuran Polonia (69,1), Bélgica (68,9), Portugal (67,0) y, por fin, España (66,9). Esta puntuación nos sitúa por debajo de la media de Europa (69,8), aunque supera a la de los 180 países analizados (61,6).
El Índice destaca que los dos principales obstáculos que encuentra la libertad económica en España son la rigidez del mercado laboral y el gran tamaño del Gobierno, lo que supone un enorme coste. La receta que recomiendan pasa por una drástica reducción del gasto público, dado que causa nuestra gigantesca deuda soberana. Nos dicen que este ahorro permitiría que el sector privado, al hallarse más liberado de impuestos, podría impulsar el crecimiento y el empleo. Por último, añaden que, desafortunadamente, el Gobierno socialista ha propuesto un plan ambicioso para acometer nuevos programas de gasto, así como las reversiones de las reformas liberalizadoras del régimen laboral del anterior Ejecutivo de centroderecha. Este Índice 2020 no incorpora las consecuencias del covid-19, por lo que la economía y los ciudadanos, en la edición del año próximo, tendremos menos libertad. Esperemos que no restrinjan la de comprar los antidepresivos que se venden sin receta, porque los vamos a necesitar.