Por eso, para ver qué territorios pueden prestar estos servicios de forma más eficiente se ha de valorar la influencia de la densidad de población. Así, Extremadura, Asturias, Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha son regiones donde la dispersión de la población provoca un mayor coste sanitario. En cambio, los ciudadanos de Baleares, la Comunidad Valenciana, Madrid, Andalucía, La Rioja y Cataluña tienen un mayor potencial para proporcionar unos servicios públicos más austeros y eficientes. Para confirmar que el descenso de la densidad de población eleva el gasto sanitario basta ver la negativa correlación entre estas dos variables (-0,404).
Un segundo factor que merece la pena analizar es si las comunidades ricas (medido en ratio de Producto Interior Bruto por habitante) tienen un coste sanitario mayor. La respuesta es negativa: ser una región rica no implica gastar más en sanidad (la correlación es 0,003). Cabe destacar que el País Vasco es la región más rica y la que más gasta en sanidad por habitante, a pesar de tener una densidad de población muy alta. Por el contrario, Madrid es la segunda autonomía con un PIB per cápita más alto y, sin embargo, la tercera con un coste sanitario más reducido. Los territorios que tienen una mayor proporción de coste sanitario respecto al PIB por habitante son Extremadura y Castilla La Mancha.
Y, por último, una región con una población envejecida tiene siempre un gasto sanitario mayor. Uno de los índices que más se utiliza para medir el envejecimiento es el número de personas mayores por cada 100 jóvenes de menos de 15 años.Asturias, Castilla y León, Galicia y Aragón son las que tienen un mayor porcentaje de ancianos y en las que, además, uno de cada cinco habitantes supera los 65 años. El coste sanitario también se reduce cuando aumenta el número de personas que acude a la sanidad privada. Las regiones que gastan una mayor proporción de su PIB en sanidad son Extremadura, Castilla La Mancha,Murcia, Asturias y Andalucía. La gran pregunta que surge al ver estas cifras es qué cambios hay que hacer para que el creciente gasto sanitario sea sostenible desde una economía cada vez más endeudada.