En estas semanas preelectorales, todos los políticos tienen una misma obsesión: prometer que pueden hacer (gastar) más que el rival. Si hay un tema donde ese aumento presupuestario parece indiscutible, hasta el punto de que cuestionarlo es un tabú, es el de la I+D. Nadie quiere presentarse como un enemigo del progreso, por lo que cuida sus palabras en ese sentido. Sin embargo, las estadísticas demuestran que aquellas comunidades autónomas donde la I+D tiene una presencia más determinante, el éxito se obtiene con aportaciones empresariales, y no a través de gasto público.
En otras palabras, quizá una chispa de inversión pública puede ser necesaria para lograr que despegue la investigación, pero el grueso de la financiación debe corresponder al sector privado. Esto se debe a que el sector público se suele orientar más hacia la investigación básica (agregación de conocimientos sin un fin específico). Por el contrario, la empresa privada prefiere la investigación aplicada (dirigida a resolver un problema concreto). De un lado, la primera genera la imprescindible base científica para lo que vendrá después, y su rentabilidad no suele ser alta. De otro, la aplicada favorece una mayor competitividad de las empresas, lo que la hace más lucrativa al mejorar el valor añadido de la actividad y crear nuevos empleos de salario alto.
La I+D supone 274 euros al año por cada español, aunque hay fuertes diferencias. De hecho, el principal modelo de éxito, el País Vasco, invierte más del doble de esa cantidad, hasta 597 euros por ciudadano. Sin embargo, el grueso de ese desembolso (tres cuartas partes) viene del sector privado, mientras que la administración gasta 41,9 euros por habitante, un 18,6% menos que la media nacional. El País Vasco no ha seguido un modelo de inversión indiscriminada en I+D, sino de políticas que propiciasen la formación en empresas con un fuerte componente de investigación. De esta forma, se aligeran los costes de la I+D.
No es casualidad que todas las regiones que están por encima de la media en inversión en I+D alcancen también un peso superior al promedio en cuanto al gasto que se realiza en el sector privado. En Madrid (513 euros en I+D por habitante), el 55,6% del desembolso lo producen las empresas, casi tres puntos por encima de la media; en Navarra (489 euros por habitante), el 68,9% corresponde al sector privado; y en Cataluña (391 euros) esta proporción asciende al 56,9%.