El análisis de los Presupuestos Generales de Navarra (PGN) para 2019 revela un imprudente cortoplacismo electoralista que lo pagaremos muy caro. La razón de mi sombrío pronóstico es que los PGN no han tenido en cuenta la desaceleración que se advierte en la economía foral, nacional y europea. La situación recuerda algo a lo que hizo Zapatero cuando se asomaba la crisis: ignorarla y seguir gastando. Daré los datos que apuntan un peor escenario.
Navarra disminuirá su crecimiento del 3,3% en 2018 al 2,7% en 2019. España, creció un 3,3% en 2016, un 3,0% en 2017 y, según las previsiones del Banco de España, continuará su descenso y crecerá tan sólo un 2,6% en 2018, un 2,2% en 2019 y un 2,0% en 2020. Las estimaciones de Eurostat muestran que la eurozona crecerá tan solo un 0,2% en 2018, el peor ritmo en los últimos cuatro años. Alemania parece ahora una locomotora ‘gripada’ respecto a la de hace un año. Su poderosa industria automovilística se va a resentir tanto por la nueva normativa de emisión de gases, como por las multas que deben abonar algunas marcas germanas por el ‘dieselgate’. Italia también está en mal momento, pues su crecimiento este año será del cero por ciento. Por último, el Brexit promete una traca final que nos puede dar sustos inesperados.
Este estancamiento europeo perjudica seriamente a Navarra, pues nuestra economía es muy dependiente de las exportaciones. Sus cifras para España han pasado del +1,4% del cuarto trimestre de 2017 al -1,8% del tercer trimestre de 2018, el peor dato desde 2009. Esperemos que la sanción de mil millones de euros que Volkswagen tiene que pagar a Europa no perjudique a su ensambladora de vehículos en Landaben.
La conclusión de esas desalentadoras cifras es que los presupuestos expansivos presentados son una grave temeridad para el futuro de Navarra. La inminencia de los comicios ha supuesto un aumento desaforado de dispendios que, aunque atraigan votantes al cuatripartito, hundirá nuestra economía en el largo plazo. El aumento de los costes de personal (un 14,04% respecto a los PGN de 2016) resulta lo más preocupante, porque al ser un gasto estructural resultará difícil de reducir en los años de vacas flacas que nos aguardan.
El cuatripartito no está teniendo en cuenta que el aumento de gasto público y sus confiscadores tributos, en su conjunto los más gravosos de España, van a frenar la actividad. Este menor dinamismo perjudicará los actuales desequilibrios que padece Navarra: un serio endeudamiento y un colosal déficit, que a medida que suban los intereses por hacerlo la prima de riesgo, se hará más incontenible. Lamentablemente la Hacienda foral carece de una reserva financiera de la que echar mano cuando la desaceleración provoque menos ingresos. La gestión del cuatripartito ha debilitado Navarra y ya no lidera, junto con Madrid y País Vasco, la economía nacional. También, el Índice de Confianza Empresarial Armonizada para este cuarto trimestre da la segunda puntuación más negativa a Navarra (-4,3).
Ante tantos riesgos, el cuatripartito debiera demostrar más prudencia para reducir el déficit, para lo que sugiero dos tipos de enmiendas a los PGN: 1) Aquellas que moderen los excesos más populistas, pero prescindibles; y 2) situar la presión fiscal en el nivel de la media nacional para frenar la sangría recaudatoria que provoca el éxodo de los mayores contribuyentes.
El pan para hoy y hambre para mañana es injusto y egoísta, porque supone endeudar a la generación siguiente para vivir mejor nosotros. Aunque el papel todo lo aguante, la realidad económica, no: ¡es implacable!