Subir impuestos está destrozando a las clases medias en todo el mundo
17 de junio de 2013
Por admin

En 1985, Grover Norquist fundó American for Tax Returns, un grupo de presión que aboga por la un nuevo sistema tributario más «simple, plano y transparente», y desde luego, con impuestos más bajos.

Casi 30 años después, es uno de los lobbies más influyentes de Washington y ha logrado que 219 congresistas y más de 30 senadores firmen un compromiso prometiendo votar en contra de más tasas.

Lorenzo Montanari, director de programas internacionales de la organización y director ejecutivo de la Property Rights Alliance, una organización afiliada que defiende la protección de los derechos de propiedad físicos e intelectuales, ha venido a Madrid a participar en el ‘Free Market Road Show’, organizado por el ‘think tank’ Civismo.

¿Qué es exactamente Americans for Tax Reform?

Es un grupo de presión que aboga por bajar impuestos, simplificar el sistema fiscal, promueve un Gobierno limitado, menos burocracia y más libertad. Nació a petición de Ronald Reagan a mediadios de los 80 de la mano de Grover Norquist. Básicamente, nuestro principal objetivo es que bajen los impuestos. Somos el principal organismo de control de EEUU en este campo.

¿Cómo lo hacen?

Por ejemplo, intentando que todos los congresistas de EEUU, senadores y legisladores estatales firmen nuestra ‘Taxpayer Protection Pledge’, un compromiso para la protección de los contribuyentes. Consiste en que se comprometan a no votar a favor de subidas de impuestos durante sus mandatos. Es una herramienta muy poderosa. Ahora mismo tenemos 219 firmantes en la Cámara de Representantes y 39 senadores. Y gracias a ello nos hemos convertido en un actor clave en el debate económico.

Y luego tienen los famosos desayunos de los miércoles.

Exacto. En 1993, durante la Administración de Bill Clinton, American for Tax Reform convocó una reunión semanal cada miércoles de 10.00 a 12.00. Se reunen unos 150 actitvistas, conservadores, defensores del libre mercado y lobbistas. Y suele haber también asesores políticos de los congresistas. Todo lo que se dice es ‘off the record’. Poco a poco se ha convertido en un lugar de intercambio de ideas, una herramienta de comunicación para el centro-derecha estadounidense.

Y usted se encarga de la expansión internacional.

Algo así. Ahora tenemos contactos o estamos estableciéndolos en Europa, Asia y Australia. Organizamos seminarios y talleres de formación en asuntos fiscales para preparar a activistas, aprovechando nuestra experiencia. Queremos proponer una gran coalición que puede ser muy útil para el centro-derecha, sobre todo en Europa y América Latina. Queremos volver a dar forma, revitalizar el centro-derecha.

¿Y cuál es la función de la ‘Property Rights Alliance’.

Es una organización afiliada a Americans for Tax Returns que hace presión por los derechos de propiedad. Cada años publicamos un Índice Mundial, en colaboración con el economista peruano Hernando de Soto. Es un instrumento cada vez más internacional. La propiedad intelectual, en un mundo cada vez más globalizado, se está convirtiendo en un elemento fundamental para comperar, un signo distintivo de economías abiertas y libres. Siempre la lideran países nórdicos, porque no todo depende de impuestos, sino del sistema legal y el imperio de la ley. En Europa, y en concreto en Escandinavia, lo protegen muy bien.

Ustedes quieren un sistema tributario «simple, plano, transparente y con impuestos más bajos».

Sin duda. Defendemos un modelo más sencillo, con un tipo impositivo único, igual para todas las empresas, y más bajo que el actual. Por ejemplo, queremos que desaparezca el Impuesto de Sucesiones inmediatamente, y eso afecta a familias, no a compañias. En lo que respecta al Impuesto de Sociedades, querríamos que bajara del entorno del 35%, que es el de EEUU ahora mismo, a un 25%. Pero además, combatimos todas las alzas impositivas, en general. Y promovemos los principios de libre mercado en todo el planeta, sobre todo en términos fiscales.

Llevan 30 años trabajando. ¿Cuál es el balance?

Es muy positivo, sin duda. Gracias a la ‘Taxpayer Protection Pledge’ tenemos a muchos políticos comprometidos. ATR es parte del debate y marca diferencias. Los que firman luego pueden hacer lo que quieran, no obligamos a nada, pero las consecuencias para su imagen son demoledoras. Porque si incumplen se hace una campaña denunciando la traición. El compromiso que firman no es con nosotros, es con la gente, con sus votantes. Nosotros somos tan solo los controladores y ayudamos a ‘educar’ a los políticos en los principios de una fiscalidad reducida.

¿Puede funcionar un sistema de presión así en países que no elijan directamente a sus representantes?

Es difícil, lo sabemos. En EEUU es más sencillo monitorizar a los políticos. Aquí, en Europa, no tanto, porque depende del sistema electoral. En Italia no diría que funcionó perfectamente, pero hace poco menos se intentó algo similar en las últimas elecciones. Fue una provocación, se intentó que los candidatos se sumaran a una iniciativa en favor de bajar impuestos. Diez de los firmantes fueron elegidos, y uno de ellos es ahora el portavoz del centro-derecha. Fue un primer paso en la buena dirección, y otros países podrían hacer algo similar.

Ustedes inciden más en impuestos a empresas.

Nosotros nos concentramos en el Impuesto de Sociedades. Y nos centramos en asuntos de EEUU más que internacionales, sí. Pero nos oponemos a las subidas del IVA o el IRPF también, porque consideramos que es una mala política y afecta al consumo.

¿No deberían llamarse entonces Empresas Estadounidenses por una Reforma Fiscal?

No no, porque al final al que defendemos es al consumidor. Al pequeño consumidor, al local. El IVA afecta a los ciudadanos. Nosotros defendemos a la sociedad civil en su conjunto, que se ve muy perjudicada por impuestos demasiado altos.

Pero el grueso del presupuesto de su organización viene de grandes empresas.

No soy la persona más adecuada para hablar de la financiación de ATR, pero tenemos muchos donantes. Personas, pequeñas empresas y otras más grandes. No creo que haya ningún problema ni conflicto. Defendemos principios que benefician a la sociedad civil y a la economía. No recibimos ninguna ayuda del Estado, y eso significa independencia.

¿Se pueden ser independiente si los fondos vienen de dos o tres empresas con intereses y una agenda propia?

Sí, desde luego. ¿Por qué no? Nosotros no cambiamos nuestra forma de actuar por ellas. No hacemos algo en función de los donantes, sino que logramos donantes por las cosas que defendemos. No organizamos campañas por el dinero recibido. Eso es lo que nos permite ser independientes.

¿Qué quiere decir cuando habla de más transparencia?

Menos burocracia, saber dónde se gasta cada dólar, que el sistema sea comprensible. Mire el reciente escándalo del IRS [ Internal Revenue Service, el recaudador fiscal estadounidense, acusado de tener el punto de mira a organizaciones conservadoras], con el control partidista por parte del Estado. Ésa es la cultura nociva que combatimos. Queremos transparencia, que no se persiga a determinados colectivos por su ideología. Que no se destroce la esencia de la democracia. Queremos que la sociedad civil se organice sola.

La Comisión Europea está presionando a España para que reforme el sistema tributario y suba el IVA.

No es lo que yo recomendaría. Subir el IVA no es buena idea ni la solución a la crisis. Para España sería bueno tener un tipo único de Sociedades y reducir más el gasto. El principal problema de España es de gasto público. Hay que recortar el Presupuesto. Porque subir impuestos no funciona. No lo hizo con Mario Monti en Italia, no funciona en ningún lugar del mundo y no lo hará aquí. Tipos únicos para las empresas, en cambio, es algo que funciona. Mire los países bálticos, donde estas recetas relanzaron la economía.

¿No creen en los multiplicadores fiscales y que la austeridad empeora la recesión?

No, para nada. Bajar impuestos y reducir el gasto es la solución. El comercio funciona, pero subir impuestos está destrozando a las clases medias en España y en todo el mundo. Y por eso estamos colaborando con ‘think tanks’ de todas partes, como Civismo, para defender lo mismo. Queremos compartir experiencias, intercambiar ideas y formar una gran coalición. En esta época de crisis fiscal y austeridad, debemos colaborar. El centro-derecha debe estar unido.

¿Los suyos son principios filosóficos, económicos, ambos…?

Nosotros creemos firmemente en los principios que defendemos porque funcionan. Piense en las épocas de Reagan o Thatcher. Siempre que se ha reducido la regulación, las trabas, los impuestos, ha funcionado como ‘acelerador’ para la economía. Las políticas keynesianas no están funcionando, no funcionan. Nosotros creemos en el libre mercado porque da resultados.

¿Y si logran sus objetivos, como bajar el Impuesto de Sociedades al 25%, lo dejan?

No, para nada. Siempre habrá cosas que hacer y objetivos por las que luchar. Ahora ése es nuestro principal objetivo, pero hay más.

En Europa, el papel de la sociedad civil y los lobbies es muy distinto.

Es un debate largo, sí, lo sabemos. La sociedad civil la entedemos como grupos con intereses diferentes actuando en libertad y bajo control. Que todo el mundo sea libre y capaz de incidir, de ser escuchado a nivel local o nacional. Ser capaces de influir en la esfera pública. Hay degeneraciones en cada sistema, está claro, pero en EEUU está todo regulado, a diferencia de lo que ocurre en Europa. Nosotros tenemos una ‘Lobby Act’, aquí la Comisión no acaba de avanzar. Y lo necesitamos, porque la transparencia es clave. Que se sepa quién es quién y qué hace y con quién habla.

Su fundador, Grover Norquist, fue acusado de negocios turbios con Jack Abramoff y lavado de dinero…

No soy la persona adecuada para opinar sobre ello. No entra en mis competencias, pero Grover salió limpio de todo.

Ver entrevista en El Mundo.es

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