Sin duda la cuña fiscal ha contribuido en la entrada en recesión técnica de Alemania. Un crecimiento negativo del PIB en los dos últimos trimestres que va en línea con la declaración del Zentrum für Europäische Wirtschaftsforschung. Este prestigioso centro de investigación ha declarado que la competitividad germana se ha desplomado hasta ocupar el puesto 18 entre los 21 países más industrializados. Si el coloso alemán está en recesión y en la cola de los 21 líderes manufactureros, imaginen el pronóstico que tienen los países comunitarios más débiles y con una deuda pública sobre PIB más abultada, como Grecia (171,3%), Italia (144,4%), Portugal (113,9%) y España (113,2%), cuyos intereses van a crecer progresivamente.
Si tomamos los países de la UE que son miembros de la OCDE, se aprecia que una las causas principales de la debilidad europea es la elevada cuña fiscal que tienen los salarios. Destaca Bélgica, el país que mayor porcentaje de dinero retiene, al sustraérsele de media a cada trabajador más de la mitad de su salario: un 53,05%. Le siguen Alemania (47,85%) y Francia (47,00%). Los países de la UE que menos descuentan son Polonia (33,62%), Irlanda (34,72%) y Países Bajos (35,48%). España tiene la decimoquinta cuña fiscal más alta entre las 40 naciones de la OCDE, con una cuña fiscal del 39,49% del coste laboral del trabajador.
Los 22 países de la UE que son miembros de la OCDE tienen un promedio de cuña fiscal de un 41,25%, mientras que es de 22,40% en los diez países de la OCDE que no son europeos. Esta brutal diferencia demuestra la debilidad que tiene la UE. Así, producir fuera de la UE, por ejemplo en Asia, tiene unos costes laborales menores y, por lo tanto poder ser más competitivos. De otro lado, aunque para la Agencia Tributaria lo cómodo y seguro sea obligar a las empresas a ejercer de recaudadores de la Administración, lo lógico en una sociedad civil libre y responsable sería que fuera el propio ciudadano quien pagara por su cuenta los servicios que le proporciona el Estado. Es probable que la tutela paternalista del Estado sea la preferida por la población de la UE, porque esta prefiera seguridad a libertad. Sin embargo la “mamá Estado” que tenemos montada en la UE es siempre más costosa, que la opción de permitir a cada ciudadano administrar un mayor porcentaje de su salario para proveerse de servicios, tal como ocurre en los países de la OCDE no europeos.
Al hablar de cuña fiscal resulta insoslayable contemplar la inflación, el único impuesto que no se legisla y que destroza el poder adquisitivo de los salarios. En España el Gobierno ha preferido llenar las arcas públicas para repartir regalos electoralistas, antes que hacer lo justo: deflactar las tarifas del IRPF y otros tributos. Un hecho que apoya que el proteccionismo europeo, siempre tan estatista, no favorece la buena marcha de la economía es que media de la inflación en la UE en 2022 haya sido de 13,78%, mientas que en los países de la OCDE no europeos el valor ha sido 6,55. Cuando los políticos dicen que nos suben los impuestos para mejorar el Estado de Bienestar de los ciudadanos nos están engañando: lo que desean es proteger el Bienestar del Estado y con ello el suyo personal.