Hoy se ha presentado el libro El milagro económico de Madrid, de José María Rotellar, exviceconsejero de Hacienda y Política Económica de la Comunidad de Madrid. Le han acompañado el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell; el presidente de Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), Juan Pablo Lázaro; la profesora de Economía de la Universidad Complutense Rocío Albert, y Julio Pomés, presidente de Civismo, el think tank responsable de la edición de la obra.
En ésta, se describe la revolución económica que supusieron las políticas aplicadas en la Comunidad de Madrid entre noviembre de 2003 y junio de 2015, bajo los gobiernos de Esperanza Aguirre e Ignacio González. Destacan:
1. La rebaja fiscal, que hizo de Madrid la comunidad con los impuestos más bajos de España, y que ahorró a cada contribuyente 1.100 euros al año.
2. La liberalización comercial, con la que los establecimientos pudieron determinar cuándo abrir para adaptarse a la demanda, y que desembocó en la creación de 20.000 empleos en el sector.
3. La priorización del gasto público hacia lo esencial, suprimiendo, por ejemplo, 120 entes públicos, la mitad de las Consejerías, 50 altos cargos y dos tercios de vehículos oficiales, lo que, entre otras muchas medidas, permitió ahorrar 5.000 millones de euros desde el inicio de la crisis, o lo que es lo mismo, un tercio del presupuesto actual de la Comunidad.
4. La austeridad no supuso un menoscabo en la calidad de los servicios públicos, ya que la eficiencia en el gasto permitió la construcción, en plena crisis, de más de 400 centros educativos, de 12 nuevos hospitales (el doble que en Cataluña con la mitad de inversión estatal), 80 centros de salud, 240 centros de día y discapacidad, 100 nuevos kilómetros de metro (catorce veces más que en Cataluña); la generalización del bilingüismo en la enseñanza, con su implantación en más de 450 centros públicos y concertados; y la triplicación de la Renta Mínima de Inserción
Todo ello consolidó a la Comunidad de Madrid como la primera economía española por primera vez en la historia. Lo atestiguan indicadores como el mayor PIB per cápita; que abanderase la creación de empleo y de empresas, siendo sede de una de cada cuatro que se abren en el país; que atrajese el 60% de las inversiones extranjeras; que cumpliese los objetivos de estabilidad presupuestaria; que fuese la región con menos deuda; que se convirtiese en el segundo emisor de deuda pública de España; que fuese capaz de financiarse directamente en los mercados, con un coste medio de su cartera de deuda inferior al de la cartera media del Tesoro; o que se tratase de la región más solidaria, gracias a su aportación de 4.000 millones de euros al resto de CCAA a través del Sistema de Financiación Autonómica.