El clientelismo de los políticos les lleva con frecuencia a ocultar las verdades más crudas. Éste es el caso cuando insisten en que, frente a Europa, España tiene una presión fiscal baja. Este indicador muestra el porcentaje que supone el total de impuestos que recaudan las Administraciones respecto al Producto Interior Bruto (PIB). Pese a ser la ratio más tradicional, este indicador oculta la carga fiscal real que soportamos.
El marcador más significativo para evaluar la magnitud de nuestros tributos es el esfuerzo fiscal, el cual relaciona la proporción que suponen los impuestos que se pagan respecto a la renta disponible bruta per cápita. De modo sencillo, este índice se fija en lo que suponen los gravámenes en nuestro salario, que es lo que importa. Contar con un indicador fiable es crucial para elegir donde vivir. Sin embargo, es un cálculo complejo al incidir, al menos, en tres niveles tributarios: el local, el autonómico y el nacional, ámbitos administrativos con una obsesión recaudatoria bulímica. Resulta sugerente, a la hora de calificar a sus políticos más cercanos, realizar una comparación entre las distintas comunidades autónomas.
Tomando los últimos datos del Sistema de Cuentas Territorializadas de 2013 (el último ejercicio disponible), y utilizando como indicador de esfuerzo fiscal el Índice de Frank, puede verse cómo los contribuyentes residentes en Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha son los que más carga soportan en materia impositiva, frente a los de País Vasco, Navarra o Madrid, que son las comunidades que menos tributos pagan en relación a su renta disponible bruta. El nivel de esfuerzo fiscal tiene un impacto evidente sobre la actividad económica.
Aquellas comunidades autónomas que exhiben el nivel más bajo del conjunto son las que cuentan con el mayor renta per cápita, también con datos de 2013. En cambio, las regiones con peor esfuerzo fiscal obtienen un resultado más pobre. Como subraya la edición del Día de la Liberación Fiscal de 2016, elaborada por Civismo, un entorno de impuestos moderados genera un clima adecuado para crear riqueza a medio y largo plazo, incluso en un escenario de inestabilidad presupuestaria. Los impuestos socavan de forma silenciosa los fundamentos del crecimiento, en especial el ahorro de hoy, que se habrá de transformar en la riqueza de mañana.