Aunque los impuestos sean la vía para financiar un Estado del bienestar del que todos nos beneficiamos, rascarse el bolsillo siempre duele. Mañana es el día de la liberación fiscal en Galicia, un día después que en España. Es decir, el momento del año a partir del cual el contribuyente ya no trabaja para financiar al Estado, sino para sí mismo. Ese es el cálculo que Civismo, el think tank que actualiza anualmente esa fecha, acaba de hacer público, y que evidencia las diferencias territoriales. Y es que mientras la liberación llegó a Ceuta y Melilla el pasado lunes 24, Cantabria tendrá que esperar hasta julio, concretamente hasta el 3, y Cataluña —donde más días de sueldo anual se destinan al fisco— hasta el 5, es decir, once días más.
Los gallegos, por su parte, ocupan el sexto lugar del ránking y desde mañana mismo tendrán todo el control sobre su salario tras destinar 179 días a impuestos, los mismos que 12 meses atrás. El estudio subraya que las familias gallegas conservan una tributación efectiva menor que la media nacional en las rentas salariales: es la segunda comunidad con el tipo efectivo medio más bajo.
Tanto es así, que las familias en edad laboral adulta (entre 45 y 64 años) pagan 1,04 puntos porcentuales menos que en Madrid, lo que, según Civismo, es un ahorro fiscal «importante» que emplean en mejorar su renta disponible, su consumo y su ahorro.
Javier Santancruz, investigador principal del think tank y autor del informe, también desglosa el mordisco que las diferentes figuras impositivas le dan al salario de los contribuyentes.
Cotizaciones, el mayor bocado
Las cotizaciones sociales y el IRPF —su suma es la «cuña fiscal»— reduce «significativamente» el salario neto de los trabajadores. Por su impacto, la liberación llega antes (el 16 de mayo) para los mayores de 65 años, ante la ausencia de cotizaciones.
De hecho, los pagos a la Seguridad Social son el impuesto con más peso, ya que suponen, de media, 103 jornadas de sueldo y se han elevado un día desde el año pasado por la subida del salario mínimo interprofesional (SMI)
hasta los 900 euros.
El IRPF ha tenido la evolución contraria, ya que gracias a las medidas tributarias tomadas —mayores reducciones en la base para las rentas más bajas y disminución de impuestos regionales—, requiere una jornada menos que el año pasado: 34 días. Esto ha permitido compensar la subida
por el SMI y congelar en 178 días la liberación, rompiendo con los descensos de los últimos ejercicios. El resto de los tributos se mantienen inalterables: 25 para el IVA, 11 para impuestos especiales y 5 más para otros (IBI, patrimonio, sucesiones o matriculación).