Las empresas asturianas dedican la mitad de lo que ganan a pagar impuestos. Así lo recoge el último informe de Think Tank Civismo que analiza la suma de tributos pagados por las compañías en relación a su beneficio bruto (ingresos menos costes de explotación).
A día de hoy, y según el el estudio ‘La factura fiscal de las empresas en España’, en Asturias una empresa pequeña paga una factura fiscal cada año del 49,67% sobre su resultado bruto de explotación, el mismo porcentaje que la media nacional; una mediana, el 50,9% –la media española se eleva al 51%–; y una grande, el 61,57%, igual que el conjunto de firmas de este tamaño en el país.
Think Tank Civismo, que cuenta con analistas internos, expertos en áreas de fiscalidad, gasto público y políticas públicas y una red de expertos que colaboran en diferentes proyectos, llama la atención sobre un problema que viene de lejos y es que cuando se habla de los impuestos de las empresas en España, se suele tomar en consideración únicamente el de Sociedades, dejando a un lado el resto de tributos presentes en los diversos eslabones de la cadena productiva.
En este sentido, distingue tres grandes grupos de tributos que en realidad recaen sobre la empresa española y que no siempre se tienen en cuenta: el impuesto de Sociedades, las cotizaciones a la Seguridad Social y los impuestos regionales y locales. Teniendo en cuenta todos ellos, se llega a la conclusión de que las compañías asturianas y españolas soportan una presión fiscal 9 puntos mayor (49 puntos de media frente a 40, de media) a la de sus pares europeas, unos datos corroborados por la consultora PWC.
La suma de todos los tributos que se abonan –cotizaciones sociales, sociedades, aduanas, aranceles e impuestos especiales, bienes inmuebles, actividades económicas, vehículos de tracción mecánica, y otros muchos autonómicos– propicia que, en el caso de una empresa mediana de 60 trabajadores con una cifra de negocio de 20 millones, y propietaria de varios activos afectos a su actividad, pague impuestos más elevados que una firma equivalente en la mayoría de países europeos.
Solo Francia, Italia, Bélgica y Grecia, de entre las grandes economías, superan el tipo del 49% que calcula Think Tank para una empresa pequeña en España. Dentro de nuestro país también existen pequeñas diferencias en la factura fiscal según la región a la que se pertenece: País Vasco y Navarra son las comunidades donde las compañías destinan un mayor porcentaje de su margen bruto a cumplir con sus obligaciones fiscales.
Las pequeñas y medianas compañías de estas zonas geográficas gastan más de la mitad de lo ganado (el 50,97% y el 50,31%, respectivamente) en cumplir con sus obligaciones fiscales, mientras que las grandes empresas vascas y navarras consumen más del 63% del margen bruto en pagar impuestos.
Estas regiones con regímenes forales tienen competencias en materia de Impuesto de Sociedades con tipos marginales más altos que en el conjunto de las comunidades de régimen común, lo que explica su posición a la cabeza de este ránking.
Por el contrario, Aragón y Castilla- La Mancha son las zonas de España donde las empresas tienen una factura fiscal menos elevada ya que supone entre el 49,5% del margen de explotación de las pymes y el 61,5% del de las grandes empresas. Esto se explica porque estas regiones aplican tipos más bajos sobre los impuestos municipales y no imponen tributos autonómicos propios significativos.
Donde sí que hay notables diferencias es en la carga fiscal que suponen los distintos tipos de impuestos para las compañías. Las cotizaciones a la Seguridad Social son los tributos que más gasto suponen para el tejido empresarial español: representan entre el 78% (pymes) y el 92% (grandes empresas) del total de la factura fiscal.
Por su parte, el impuesto de sociedades supone entre el 7% (pymes) y el 16% (grandes empresas) de la carga tributaria de las compañías, mientras que el peso de las tasas municipales es mucho más reducido, de entre el 0,83% para las pymes al 5,05% que supone para las empresas de mayor tamaño.