Cuando suenan los tambores que nos recuerdan que hay que presentar las declaraciones de renta, se aviva el debate sobre la creciente presión recaudatoria a la que estamos sometidos los contribuyentes españoles que, al decir de la OCDE, nos hemos colocado como el país que ha sufrido un mayor crecimiento de la presión fiscal. Un observatorio económico denominado Civismo nos recuerda que hasta el pasado 10 de mayo hemos dedicado, por término medio, todos los ingresos a pagar impuestos.
Atendiendo a esa circunstancia han publicitado el Día de la Liberación Fiscal, una fiesta virtual variable que cada año cae más tarde. Las incesantes alzas fiscales de los últimos tiempos han retrasado en seis días la liberación fiscal en 2013. O sea que tenemos que trabajar una semana más para cumplir con los palos de Hacienda, que quizá somos todos, pero de forma distinta. Así sucede que en el País Vasco se termina en pagar 7 días antes que en el conjunto de España, y en Cantabria se precisan 5 días más que la media.
Un trabajador con unos ingresos anuales de 24.000 euros destina casi 9.000 a pagar a Hacienda. Dicho de otra forma, precisa 54 días de ingresos para pagar el IRP, 32 el Iva, 14 los impuestos especiales y 7 a otros tributos. Pagar y pagar.
Los que prometieron que iban a bajar los impuestos, los aumentaron. Probablemente se ha ido demasiado lejos y los tipos actuales, elevados en exceso, penalizan el trabajo y desalientan la actividad. Como dicen los americanos, si se grava el alcohol, disminuye el consumo de espirituosos, y si se grava en exceso el trabajo, se resiente el trabajo. Mal negocio.