Para unos trabajadores, hoy es un día laboral y para los otros, el inicio de vacaciones. Ahora bien, para todos los contribuyentes, hoy es 4 de julio, día de la liberación fiscal de Catalunya. Así lo señala un informe del think tank Civismo y lo corrobora la fundación por el Avance de la Libertad y la Unión de Contribuyentes. A partir de este lunes y coincidiendo con el día conmemorativo de la independencia norteamericana, los contribuyentes catalanes dejan de trabajar para pagar impuestos y pasan a hacerlo para generar sus propios ingresos. Tienen 181 días de sueldo por delante.
En este sentido, quedan agotados los 184 días que de media los catalanes trabajan para poder cumplir con las obligaciones tributarias que mantienen con Hacienda. Y es que la liberación fiscal de Catalunya llega tarde, al menos bastante más tarde que todo el resto de comunidades del conjunto de España. En concreto, diez días después que Ceuta y Melilla, que encabezan el ranking; cuatro días después que la media española, así como Madrid, País Vasco y Galicia; y tres días después que Andalucía y el País Valencià, entre otros. Y como Catalunya, ninguna otra. Ni siquiera se le acercan a menos de dos días.
Más esfuerzo, mismo dinero
“Los contribuyentes catalanes realizan un esfuerzo fiscal mayor”, ha asegurado el economista y miembro del Consejo asesor de Civismo, Javier Santacruz a El Nacional. En Catalunya hay una base de asalariados menor que en el resto de España que hacen que “el mismo dinero recaiga sobre menos personas”. Más esfuerzo por dos razones impositivas: IRPF y cotizaciones en la Seguridad Social, que acaban teniendo un efecto “especialmente duro” y golpean fuertemente los bolsillos de los contribuyentes.
Con los datos del informe sobre el papel, un trabajador catalán dedica 102 días de trabajo a pagar cotizaciones sociales, 40 a IRPF, 25 a IVA, 11 a impuestos especiales y 6 a otros gravámenes, mientras que un asalariado español paga uno y tres días menos de gravamen y IRPF, respectivamente. ¿A qué se debe esta diferencia? Santacruz matiza que no es tanto por las bonificaciones, que son ligeramente similares, sino por la carga fiscal, ya que “el tipo impositivo en Catalunya es más alto que en el resto de comunidades”.