En los últimos meses, proliferan muchas ‘soluciones milagro’ a la crisis que se pueden resumir en una receta: que la paguen los ricos. Sin embargo, este tipo de ‘arreglosfáciles’ chocan con la dura realidad: aunque los ‘ricos’ no consigan la mayoría en las elecciones, pueden votar con decisiones fuera de las urnas, eligiendo territorios con una fiscalidad más favorable. En efecto, y al contrario que lo que piensan muchos políticos anclados en el siglo XIX, quienes ganan más dinero no lo hacen a costa de explotar a otros trabajadores, sino porque su capital humano es más valioso, y se cotiza mejor en otros territorios. En conclusión, si alguien trata de imponerles unas condiciones que consideran abusivas, pueden cambiarse de Comunidad o de país (tal como lo hizo Valerie-Depardieu).
Este fenómeno se pudo observar cuando, tras ganar las elecciones, el Gobierno decidió introducir un recargo a la fiscalidad de las rentas más altas a partir de 2012. Como resultado, el número de personas que cobran más de 3.262 euros al mes, cayó un 5% el conjunto de España aquel año, perdiéndose a 76.600 trabajadores de alto nivel. La Comunidad de Madrid, en cambio, apostó por la política contraria y alivió la factura tributaria. La capital se había convertido en un referente para las rentas altas, dado que a la rebaja del IRPF se sumaba la bonificación al 100% del Impuesto de Patrimonio, y la eliminación del de Sucesiones y Donaciones dentro del ámbito familiar más estrecho. Como resultado, Madrid fue el mayor polo de atracción para los ‘ricos’, y ganó 36.600 trabajadores con rentas altas.
Andalucía y Cataluña fueron el ejemplo opuesto, perdiendo en total 67.100 asalariados de más de 40.000 euros al año. La clave radica en la fuerte diferencia tributaria entre unas regiones y otras. Cuando Madrid apostó por la rebaja fiscal, dejando el tipo impositivo superior en el 50,9%, Andalucía y Cataluña dieron una nueva vuelta de tuerca a la subida del Gobierno central, elevándolo hasta el 56%. Esto es, la tercera cifra más elevada del mundo, por detrás de la diminuta isla de Aruba y Suecia. Pero no es sólo el IRPF. Las comunidades autónomas se han ‘inventado’ 34 nuevos tributos desde el inicio de la legislatura, y subido otros 84. Es muy reseñable, en este sentido, que Aragón, la única Comunidad que no se ha sumado a esta tendencia, haya sido la segunda que más ‘ricos’ atrajo, 3.400 trabajadores. La ‘fue seguida de La Rioja y Castilla y león.
En cambio, el resto de las regiones perdieron 53.000 asalariadosaltos, en total, debido a que no trataron de igualar la ‘oferta’ de Madrid y eso redujo considerablemente su atractivo como lugares de residencia y trabajo. De este grupo de comunidades, Castilla-La Mancha fue la que más se resintió, perdiendo más de un tercio de sus trabajadores con nóminas más elevadas. Este dato muestra el fuerte impacto de la competencia fiscal por parte de Madrid. Merece la pena recordar que la menor ‘sangría’ que sufren los madrileños se ha logrado, en buena parte, mediante la eliminación de muchos gastos inútiles.