Si usted gana lo que el promedio de los españoles, es decir, entre 18.000 y 25.000 anuales, debería saber ya que la mitad euro arriba, euro abajo se lo queda el Gobierno. Trabaja medio año para mantener las siempre crecientes necesidades financieras del Estado. Todo corre a su cargo, desde los más de 30.000 coches oficiales que pululan por las calles y carreteras españolas hasta el último programa de ayuda al desarrollo que se aprueba en la consejería del ramo de la más remota comunidad autónoma.
Así es el sistema. Los españoles nos hemos convertido en lo más parecido a esclavos del Estado. Pagamos impuestos por todo lo imaginable y, a veces, por lo inimaginable. Lo hacemos por duplicado, por triplicado y hasta por cuadruplicado. Sobre un mismo bien podemos llegar a pagar IVA, patrimonio, donaciones y sucesiones. Todo con tal de alimentar al insaciable Gargantúa en que se ha convertido el antaño apañado y austero Estado español.
¿Por qué tanto impuesto?
La pregunta que algunos -no muchos, la verdad- nos hacemos es: ¿ por qué pagamos tantos impuestos si lo esencial del Estado ya no funcionaba hace treinta años con muchos menos? La razón es sencilla. En las últimas tres décadas el aparato estatal ha multiplicado por cuatro su tamaño. A este atraco organizado lo han bautizado como estado del bienestar y todos los políticos, sin importar el partido al que pertenezcan, celebran su existencia y su expansión sin limites.
El estado del Bienestar e s, en realidad, un estado clintelar en toda regla que ha obrado el milagro de poner a vivir a la mitad de los españoles a costa de la otra mitad. Mientras unos llenan, con toneladas de trabajo, talento y creatividad los haberes de los presupuestos, otros se concentran y hasta se profesionalizan en enchufarse a los debes.
Mientras la economía crecía al 5% y las recaudaciones fiscales marcaban máximos históricos (tan históricos que en Hacienda no terminaban de explicarse porqué), el modelo más o menos funcionaba. Ricibíamos unos servicios, generalmente de una calidad tan mala que, en cuanto poíamos permitírnoslo, pasábamos a su versión privada, a cambio de una carga fiscal desproporcionada que, por aquel entonces, aún no nos lo parecía.
Hoy el modelo no sólo está agorado, sino que ha demostrado ser, admñas de profundamente injusto,insostenible en el tiempo. Antes de distribuirla, la riqueza hay que crearla y España crea cada vez menos. Esto se ha traducido en una sobrecargaimpositiva que ta es insoportable. Los políticos, gestores de ese aparato elefantasiatíco que entró en metástasis durante la Transición, no quieres sacrificar ni un centímetro del terreno que han ganado a los contribuyentes, pagininis, en última instancia, de todi el conglomerado estatal.
La crisi, de este modo , nos está mostrado el armazón de un sistema que, simplemente, no podemos costear, no porducimos lo sificiente para mantenerlo con vida. Llegados a este punto al Gobierno sólo te quedán dos opciones. La primera es la que escogió Zapatero y Rajoy ha continuado al pie de la letra. Consiste en mantener la estructura como sea y custe lo que cueste. Dicho ea esto con toda literalidad. A pesar de que le entregamos la mitad de nuestra renta, el Gobierno no tine suficiente y se ve obligado todos los meses a pedir dinero prestado en el extranjero. Luego se quejan de la prima de riesgo y lo desalmado que es el mercado, pero si no gastasen lo que no tienen, no tendrían que rucurrir a él.
La segunda es cortar por lo sano y acometer ereformas que reduzcan sensiblemente el tamaño del Estado. Esto supone sacrificios. especialmente al principio, para una sociedad como la nuestra que es adicta a la subención y el trinque. Luego, cuando todo se haya reajustado lo que obtendremos es un país más próspero, más libre y, sobre todo, más justo. No es que merezca la pena el esfuerzo, que lo merece, es que, o lo hacemos o terminaremos siendo como Argentina pero sin materias primas, es decir, peor que Argentina. Nosotros elegimos.
Les regalamos seis meses de vida
El españolito medio madruga durante seis meses exclusivamente para mantener la Administración Pública y hasta el día 2 de julio no alcanza la independecia fiscal, el “Freedom Tax Day”,un termino acuñado por liberales americanos para expresar la carga fiscal de una nación en función de los días que hace falta trabajar para el Gobierno. En los tres supuestos que aparecen en este reportaje, sólo la famili que tiene unos ingresos brutos anuales de120.000 euros se libera unos días antes, exactamente el 25 de junio, mientras que la familia que recibe 60.000 euros brutos al año y la persona con su renta de 24.400 euros no lo consiguen hasta el día 2 de julio.
“Con las últimas subidas de IRPF e IVA trabajamos entre 10 y 12 días más para el Gobierno”, calcula la jefa de Inventisgación de Think Tank Civismo, Cristina Berechet. “Eso supone que los contribuyentes que ganan 24.000 euros brutos al año en circunstancias similares al individuo del supuesto “C” han “cedido” a las arcas públicas 709 euros más, cantidad que sube hasta 1.680 euros en el caso de una familia con ingresos de 60.000-657 euros el cónyuge que gana 24.000 euros y 1.023 euros el que aporta 36.600 euros- y 3.996 euros en el de la familia con una renta de 120.000 euros”.