Un año más el contribuyente está de enhorabuena al llegar el llamado Día de la Liberación Fiscal. El 27 de junio los españoles comenzaron a trabajar para sí mismos, y no para cumplir con sus obligaciones tributarias en concepto de pago de IRPF, cotizaciones sociales, IVA, impuestos especiales… Sin embargo, esa señalada fecha alude al conjunto del país.
Según la comunidad autónoma en la que uno viva, este día va variando, con un número de jornadas de diferencia nada desdeñable: desde el 26 de junio en el que se ‘libera’ La Rioja hasta el 5 de julio en que lo hace Cataluña. Hoy, por ejemplo, es el turno de Baleares, y todavía quedan por seguirle los pasos Navarra, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Cantabria y la referida Cataluña.
En el cómputo de impuestos totales que determinan el Día de la Liberación Fiscal ocupan un papel preponderante, en cuanto a jornadas necesarias para pagarlos, las cotizaciones sociales y el IRPF. Así, el abono de este último gravamen equivale al salario de 34 días.
Si nos detenemos en la cuota líquida del IRPF por comunidades de régimen común, efectuando una media de los cuatro principales grupos de edad, obtenemos que en Cataluña resulta más alta que en cualquier otra región, al cifrarse en 1.733 euros. No obstante, allí la ganancia media anual por trabajador es, descontando a las dos regiones forales, la segunda más elevada del país: asciende a 25.189 euros, según los últimos datos de la Encuesta Anual de Estructural Salarial del INE.
Podría alegarse, por tanto, que el peso del IRPF resulta proporcional a la renta que grava. Sin embargo, la comunidad cuyos salarios superan a los de los catalanes, Madrid, con 27.089 euros, presenta una cuota líquida media de 1.467 euros, es decir, 266 euros menor que aquella.
Por otro lado, la cuota que sigue a la madrileña, con 1.445 euros, es la extremeña. Pero allí se encuentran los salarios más reducidos de España, con una media de 19.672 euros. Una descompensación similar se da en Canarias, la segunda región con rentas más bajas (20.185 euros), y cuya cuota media de IRPF es la cuarta más alta de las comunidades de régimen
común (1.512 euros).
En cuanto a la que se libera antes fiscalmente, La Rioja, su cuota líquida es también la menor de España, de 1.422 euros. Aunque sus salarios son, sin embargo, unos de los más generosos del país, con una media de 22.234 euros.
Todo esto demuestra que lo que se paga por IRPF no siempre va en consonancia con los sueldos que se perciben, sino que hay un margen de discrecionalidad que depende de la política fiscal que se adopte en cada comunidad, y que marca la competitividad que exhiben unas y otras. Esto motiva que resulte más o menos atractivo trabajar y tributar en según qué parte de España. Los Gobiernos regionales deberían tenerlo muy en cuenta, ya que esto supone inversión en su territorio, creación de riqueza y de empleo. Una herramienta, la fiscal, que harían bien en usar de forma que se respete el trabajo de los ciudadanos y lo que han ganado con el sudor de su frente.