Hasta hace unos pocos años, los navarros presumíamos de que nuestra región se trataba de una de las mejores de España en sanidad, educación, servicios sociales, calidad de vida, carreteras, etc. Esta convicción se fundamentaba en una economía competitiva, con superávit presupuestario y un gran atractivo fiscal para que las empresas vinieran.
Hoy, la situación es la opuesta. Nuestro supuesto paraíso tributario ahora se ha convertido en un infierno, porque padecemos el régimen impositivo más agresivo de la nación para casi todas las rentas. El superávit de antaño se ha transformado en un déficit colosal que, en este ejercicio, superará el 2,6% pactado con el Gobierno central. Además, la recaudación no se cumple y, en los primeros nueve meses de este año, ha caído un 9,7%. Ya no tenemos dinero ni para poner parches en nuestras carreteras, cuando hace unos lustros alardeábamos de su estado. Eso sí, el Gobierno foral ha aumentado su estructura en 101 cargos, de los que 25 son de libre designación.
Como siempre se puede estar peor, hay una noticia que ha pasado desapercibida, pero que debiera alarmarnos. Se trata de un predictor muy fiable del futuro que nos aguarda: los datos del Colegio de Registradores sobre el capital invertido en la constitución de empresas. Una región no tiene porvenir si es la que peor se desenvuelve en atraer capital para implantar nuevas compañías. Este dato implica el rechazo de los inversores a localizarse en Navarra, por haber muchos otros lugares, nacionales o extranjeros, con mejores condiciones fiscales y, sobre todo, mayor seguridad jurídica, gracias a gobiernos que, a diferencia del nuestro, infunden confianza.
Para comparar los capitales de constitución de empresas de unas comunidades de tamaño económico muy diferente, se calcula la cantidad desembolsada en función de la contribución de esa región, en porcentaje, al Producto Interior Bruto (PIB) nacional. Se han tomado el segundo y tercer trimestre del año para examinar el comportamiento ante la Covid-19, porque son las situaciones de estrés las que mejor miden la fortaleza. En esos seis meses, el capital en constitución de empresas en Navarra ha ascendido tan solo a 4.178.110 euros y, como la contribución al PIB nacional se cifra en un 1,7%, resulta que la inversión por punto de PIB ha sido de 2.457.712 euros, el menor valor de todas las comunidades y siete veces menor que la media nacional (16.878.925 euros).
Las publicaciones más prestigiosas (The Economist, Financial Times, Le Monde, The Wall Street Journal, Franffurter Allgemeine…) han sido unánimes en destacar que la valoración de la gestión sanitaria de España ha sido la peor de Europa y que sus secuelas económicas también lo van a ser. Sin duda el mayor responsable es el Gobierno de Sánchez, por no haber puesto al frente de la lucha contra el coronavirus a expertos acreditados y haber desoído las recomendaciones de la OMS durante meses.
Lo terrible en Navarra es que nuestra presidenta está perdida en su laberinto de falsas verdades, a las que se ve obligada a ser crédula, por su seguidismo al ilusionista de La Moncloa. Nadie puede entender que Chivite, igual que Sánchez, prefiera a Bildu, en lugar de aceptar la oferta constructiva del centro derecha. Tome buena nota del rechazo a invertir en Navarra. Usted está jugando con el porvenir de los navarros para muchos años y no puede ahuyentar a quienes generan riqueza y empleo. Su falta de ideas tiene remedio: inspírese en quienes llevan muchos años haciéndolo bien, como la Comunidad de Madrid. Sra. presidenta, salga de su aturdimiento sanchista, porque no saldremos mejores, como rezan los eslóganes voluntaristas, sino todos igual de mal, porque el fracaso será colectivo.